domingo, 25 de enero de 2015

Permanecer feliz y dar felicidad

Existe una profunda conexión entre la paz y la felicidad. Si no soy feliz, no puedo ser realmente pacífico. La cara revela la felicidad del alma. La felicidad no es algo que pueda permanecer escondido. La cara revela los sentimientos y las intenciones. Sea que hablemos o no, hay aspectos nuestros que hablan por sí mismos y uno de ellos es la expresión de la cara. Cuando hablamos, el corazón y la mente hablan junto con la boca.

La felicidad espiritual es felicidad ilimitada. Tanto como damos, recibimos incluso más. Nadie puede reducir mi felicidad porque proviene de una fuente imperecedera. Podemos tomar tanta felicidad como queramos del océano de la felicidad. Tomando espiritualidad de la fuente eterna nos convertiremos en un donador de felicidad.

Así que tenemos que centrar la atención en permanecer felices y dar felicidad. Conscientes de que ésta es felicidad espiritual e ilimitada. En esta consciencia elevada, incluso si alguien nos dice algo ofensivo o nos critica, no nos afectará. Permanecer en esta consciencia nos capacitará a permanecer contentos. Entonces no necesitaremos que las situaciones o las personas nos satisfagan temporalmente a fin de que podamos sentirnos contentos. En lugar de eso, permaneceremos en un estado de paz constante llena de satisfacción. Nadie se tendrá que preocupar de mí.

Incluso si cometí un error ayer, es el error de ayer así que tengo que olvidarlo y avanzar. Convertirlo en un peldaño para ascender en mi estado interior. Recordar las cosas del pasado es un gran error. Una consciencia elevada es pensar que estamos en una peregrinación hacia nuestro destino espiritual y he de mantener enfrente la meta y objetivo, el estado de perfección y liberación espiritual. 

Cuando el alma pone esta profunda atención en crear este estado de felicidad constante y natural, recibe mucha ayuda sutil. Ahora es el tiempo para permanecer en profunda paz y felicidad y a la vez, es la necesidad del momento, lo que el mundo más necesita. El ser necesita disfrutar de estos tesoros y el mundo necesita que los compartamos con generosidad.


Guerrero espiritual

Un estado muy poderoso de consciencia es considerarse a uno mismo un guerrero espiritual. Esta consciencia nos recuerda que siempre estamos en el campo de batalla. Lo interesante es que no existe ningún enemigo fuera de nosotros, ni nada externo por lo que batallar. El campo de batalla está en nuestra consciencia y el enemigo son nuestras propias debilidades, nuestros propios vicios y defectos.

Así como un guerrero renuncia a todas las comodidades y relaciones y sólo mantiene la batalla y la victoria en su intelecto, manteniéndose involucrado en cumplir su meta, de la misma forma podemos revisar si mantenemos esos dos aspectos claramente en nuestra consciencia. No importa dónde estemos, podemos mantener siempre la consciencia de que somos guerreros en el campo de batalla. Un guerrero no ama el descanso, no es ni perezoso ni descuidado. Es valiente y está alerta. Siempre lleva consigo sus armas.

A nivel espiritual, las armas son los poderes del alma, el poder de la introspección, de la tolerancia, de poner un punto final y de empaquetar las situaciones en nuestra mente, entre otros. No sólo necesitamos tener estos poderes, sino utilizarlos de la manera correcta y en el momento adecuado. Para ello es esencial el poder de discernir, el poder más elevado, el que nos permite elegir los pensamientos, palabras y acciones precisos en cada momento.

El guerrero espiritual sabe que la verdadera libertad está en alcanzar el estado libre de ataduras. La atadura más sutil es la consciencia del cuerpo físico. Después están las ataduras de las relaciones y las comodidades materiales. La práctica del guerrero espiritual es tomar el apoyo del cuerpo cuando lo desea e ir más allá de la consciencia del cuerpo físico cuando lo desea, de forma que el cuerpo no tire del intelecto ni lo más mínimo. También liberarse de la naturaleza y patrones viejos de la personalidad, así como de la dependencia y apego a las relaciones y medios materiales.

Ésta es la batalla que libra a cada instante un guerrero poderoso, con fe completa en la victoria.


sábado, 17 de enero de 2015

Crear una cultura de no-violencia y respeto por la vida

¿Es posible crear un mundo que esté libre de todo sufrimiento e intranquilidad? Hoy en día, la violencia y la guerra alcanzan cada rincón de este planeta. La violencia a menudo se presenta también en el lugar de trabajo y en el hogar. ¿Es simplemente parte de la naturaleza humana? ¿O es posible una mejor calidad de vida para los habitantes de este planeta?

Si queremos conseguir un mundo no-violento, el primer paso es reconocer la diferencia entre la violencia y la no-violencia. Debido a que podemos verificar inmediatamente el sufrimiento que causa, la agresión física es fácilmente reconocible como violencia. Las palabras basadas en la ira o el odio también son violencia. El dolor que causan las palabras puede durar años o toda la vida. Sin embargo, el que es violento hacia los demás, en primera instancia es violento hacia sí mismo. Esta es una forma más sutil y básica de violencia, que necesitamos comprender.

Violencia hacia uno mismo

La violencia hacia nuestro propio ser es la primera violencia. Se produce cuando no permitimos que se expresen las cualidades originales del ser (amor, paz, felicidad, sabiduría, fortaleza). Los siguientes estados del ser bloquean estas cualidades originales:

- Falta de auto-respeto.
- Falta de fe en el ser.
- Falta de valoración de uno mismo.
- Depresión.
- Egoísmo.
- Miedo de los demás.
- Depender de las personas, posesiones o circunstancias para obtener una sensación de felicidad.

Para hacernos no-violentos, el primer paso es desarrollar pensamientos positivos y llenos de amor hacia nuestro ser, de forma que nos valoremos profundamente y desarrollemos un sentimiento de bienestar interior. Cuando promovemos la expresión de nuestras cualidades originales, entonces ya no puede persistir ninguna violencia hacia nuestro ser ni hacia los demás. Necesitamos practicar una actitud de no-violencia hacia nosotros mismos y ver cómo ésta afecta positivamente nuestras relaciones con los demás.


Servir a través de la mente

Podemos transformar la realidad mediante la consciencia. En física cuántica se afirma que el observador influye en el experimento que está observando. A nivel espiritual es relativamente fácil comprobar este principio. Para ello, simplemente tenemos que experimentar con las vibraciones que se generan a través de nuestros pensamientos.

Por ejemplo, si una persona frente a nosotros adopta una actitud agresiva y negativa, las vibraciones de nuestra propia mente pueden actuar como un combustible que encienda un fuego mayor, o bien como el agua que trae frescor y apaga las llamas. Si mi mente permanece estable y pacífica, irradiará esas vibraciones de calma y silencio y en un instante alcanzarán la mente de la otra persona. Sin darse ni cuenta ni saber cómo, sentirá que su agresividad pierde fuerza y le irá invadiendo una calma agradable. No encontrará argumentos para mantener su actitud negativa.

En ocasiones como ésta, una consciencia poderosa que nos ayuda a experimentar con nuestro poder de transformación es: “Así como yo soy un alma de paz y el silencio es mi naturaleza, miro a esta persona en el centro de su frente y visualizo allí una estrella de luz, y pienso que en lo profundo de su ser, también es un alma de paz. Conecto con ese fondo puro, originario, su esencia más profunda: un ser de luz y paz. Ignoro la forma externa y débil que me está mostrando en este momento”.

Así, nos damos cuenta de cuán beneficioso es ver y escuchar a cada persona y cada situación con una actitud positiva. Pensando que hay beneficio detrás de cada escena y también que hay un fondo puro y benevolente en cada ser humano, le estamos dando luz y energía a esa realidad. De hecho, estamos co-creando la realidad. Haciendo nuestra mente positiva y poderosa incluso algo aparentemente adverso se volverá beneficioso.

Por supuesto, para tener éxito en esta transformación de la consciencia y de la realidad que nos rodea, es necesario practicar con tanta constancia como sea posible, y experimentar con todas las situaciones comunes y cotidianas. La experimentación constante y la revisión de los resultados nos permitirá progresar hacia la meta de ser una personificación del éxito en el poder de la transformación.

sábado, 3 de enero de 2015

Determinación y éxito

La transformación del ser implica pasar de una consciencia limitada, atrapada en el nombre y la forma, influenciada por las circunstancias y las opiniones de los demás, a una consciencia espiritual, elevada, amplia e ilimitada, una consciencia que se nutre del conocimiento espiritual y la conexión sutil con Dios, el Alma Suprema.

En el camino de la transformación interior suele suceder que creamos planes, pensamientos poderosos acerca de la atención en particular que necesitamos para alcanzar esta meta. Por ejemplo, un objetivo puede ser levantarse temprano por la mañana para experimentar el silencio y la consciencia del alma en unión con la fuente suprema, una práctica muy esencial para nuestro progreso espiritual.

Sin embargo, con frecuencia, los planes que creamos para nosotros mismos fluctúan o se ven afectados por la entropía, no se aplican con constancia o bien empiezan con firmeza y poco a poco van perdiendo fuerza, hasta que se diluyen por completo, incluso comprendiendo el gran beneficio que supone para el alma el implementarlos.

La palabra clave para conseguir el éxito en nuestros propósitos y objetivos es la determinación. De la misma manera que, en el terreno de las acciones mundanas, cuando consideramos que algo es muy importante o esencial, hacemos todos los esfuerzos necesarios para cumplir con ese objetivo o necesidad, a nivel espiritual se requiere la misma determinación. La intensidad de la determinación siempre depende de los logros prácticos y el beneficio que obtengamos.

Un ejercicio práctico para experimentar con el poder de la determinación es éste: Despertarse temprano por la mañana y diseñar un plan personal para el propio progreso durante el día que empieza. A lo largo del día, mantener ese plan en el intelecto, definiendo en el horario diario en qué momentos vamos a aplicarlo especialmente. Por ejemplo, podemos definir los momentos en que vamos a hacer pausas para experimentar la meditación, o las virtudes especiales que queremos practicar en el ámbito de las relaciones. 

Por último, por la noche, revisar hasta qué porcentaje hemos tenido éxito en poner el plan en la práctica. Si no fue posible alcanzar el nivel de éxito deseado, revisar cuáles fueron las causas. Y si hubo éxito, identificar claramente el método especial que nos permitió experimentar progreso. En base a la propia experiencia, podremos después compartir ese método con los demás, facilitando así su progreso espiritual.


Prepararse para el silencio

Un verdadero regalo para una vida ocupada es experimentar un largo período de silencio, un tiempo en el que intencionalmente dirigir nuestra atención lejos de las prisas de las conversaciones y los compromisos, las imágenes y mensajes, y las listas y las obligaciones, y en el silencio conectar con nuestro espacio interior. 
  
En la experiencia de algunos, el silencio ha sido una imposición o castigo, por ejemplo, un padre advirtiendo a su hijo: "Cierra la boca y vete a tu habitación." El silencio en el que estamos entrando aquí es una elección libre. Este silencio es una oportunidad para descubrir cosas nuevas y diferentes. 
  
El silencio no es una falta de comunicación. Hay un lenguaje sutil que nos conecta con los demás a través de la mirada, con una sonrisa o un gesto. La fluidez en este idioma sutil llama a nuestra capacidad de observar los pequeños detalles de la vida. A medida que desarrollamos este lenguaje sutil, descubrimos que somos menos dependientes de los dispositivos tecnológicos que nos puede conectar, pero que también pueden hacer que nos sintamos más separados. 
  
En el silencio podemos conectar con la calidad más elevada de pensamiento. La acción surge de la semilla del pensamiento. Las acciones son el fruto de estas semillas. ¿Cuál es el suelo que elijo para plantar las semillas de mis pensamientos? ¿La violencia o la paz? ¿La ira o el amor? Estas son opciones de transformación. 
  
El estado de conciencia que alcanzamos en silencio está directamente conectado con la calidad de nuestra comprensión. Entendimiento "en el sonido" es un proceso cognitivo, mientras que la comprensión "en el silencio" es más sutil, dando lugar a una claridad que surge desde el interior. Ambas experiencias son muy diferentes. 
  
En el silencio,  podemos descubrir nuestras cualidades innatas, las cualidades que son inherentes a lo que somos. Entramos en contacto con nuestra eternidad y nos abrimos a confiar en nuestra esencia más profunda. 
  
En el silencio, conectamos con nuestra fuerza interior y experimentamos confianza, fe, seguridad, belleza y dignidad. Es a partir de la base de esta fortaleza interior que mis acciones pueden evolucionar. 
  
En el silencio podemos escuchar la llamada de Dios, la llamada de la naturaleza, la llamada de los que están necesitados. 
  
El silencio es una oportunidad para descansar en el regazo de mi propia grandeza. El silencio es una disciplina, no de hacer, sino de ser. 
  
Podemos utilizar alguno de estos pensamientos como base para incrementar de manera práctica nuestra experiencia del silencio.