martes, 25 de abril de 2017

La identidad verdadera

Es esencial des-identificarnos de nuestros roles para permanecer en un estado de positividad y auto-respeto. Desprenderme de la conciencia de mi rol no quiere decir desprenderme de mi responsabilidad, sino cumplirla más efectiva y positivamente. Al soltar mi identificación, también puedo llevar a cabo transiciones fáciles y armoniosas entre los diferentes roles que interpreto, al no identificarme en exceso con ninguno de ellos. Al des-identificarme de mis roles y etiquetas estoy más libre para crear un espacio que permita que emerjan mis cualidades internas y para encontrar las cualidades apropiadas y fortalezas necesarias adecuadas para los diferentes roles que necesito interpretar.

Así que, ¿cuál es mi verdadera identidad? Mi verdadero ser es intangible e invisible y es el que interpreta y da vida a todos esos roles, pero diferente a los mismos. Los roles son mi creación, yo soy el creador.

Necesitamos distanciarnos en nuestra mente por unos momentos de todos los roles y actividad y crear pensamientos puros y positivos que nos permitan conectar con nuestra verdadera esencia.

Soy luz. Soy paz. Soy un ser de luz y de paz. Soy un alma, un ser espiritual. Este cuerpo físico es mi instrumento, mi vehículo. Mi esencia es paz… es amor… es armonía… es silencio. Experimentemos estabilizando por unos momentos nuestra mente en estos pensamientos.

Los pensamientos puros y concentrados son la llave que nos abre la puerta de la experiencia de mi identidad verdadera. Sólo necesito crear los pensamientos, enfocarme y concentrarme en ellos, y la llave hará su función.


La maravilla del silencio

En el silencio encontramos la habilidad de escuchar; escucharnos a nosotros mismos, a los demás y a Dios.

Escuchar es como un arte olvidado. Sin él no podemos comunicarnos, ni relacionarnos con los demás y por tanto, no podemos vivir una vida significativa. Necesitamos aprender a escuchar.

Sentarnos en silencio nos permite escucharnos a nosotros mismos y comprender. Este silencio puede sanar. Las preocupaciones y el dolor pueden sanarse cuando escuchamos. La medicina espiritual está siempre presente en el alma. Siempre que la necesitemos, hasta el punto en que la necesitemos, podemos encontrarla en el interior.

En el silencio también acumulamos poder espiritual. Este poder del silencio transforma la atmósfera, generando paz donde había intranquilidad. Primero nuestra atmósfera interna y luego la atmósfera a nuestro alrededor, a medida que irradiamos vibraciones silenciosas de paz.

Necesitamos conocer y experimentar con mayor profundidad el poder del silencio. Los instrumentos del silencio son los pensamientos puros, los buenos deseos y el lenguaje de la mirada.

Con el poder del silencio y con el lenguaje de la mirada podemos dar una experiencia de espiritualidad a los demás. Donde las palabras no pueden hacer que una tarea sea exitosa, la experiencia de amor y compasión a través de los medios del poder del silencio, pueden llevarla a cabo.
Para desarrollar la experiencia del poder del silencio, es necesario permanecer introvertidos y en soledad, practicando la experiencia de la conciencia del ser espiritual y la conexión con la fuente eterna de poder espiritual.

  Extracto del libro:
DESCUBRIR LA ESPIRITUALIDAD
Ed. Brahma Kumaris
Anthony Strano

miércoles, 19 de abril de 2017

Creencias sobre la ira

Hemos “aprendido a creer” que es normal enfadarse con los demás, con el mundo, incluso con uno mismo. Los padres y los jefes puede que incluso hayan aprendido a usar la emoción de la ira para atemorizar a los demás y conseguir que hagan lo que ellos quieren. Pocas personas se dan cuenta de que cuando nos enfadamos, nosotros somos los primeros en sufrir y los que más lo hacemos.

Después, cuando alguien aparece y sugiere que la ira no es una buena idea, y que no es una emoción sana, se resisten a esta creencia e incluso discuten para defender su ira!

Es sólo cuando experimentamos la verdad de nuestra paz interior y nos damos cuenta de que la paz es nuestro estado natural, que el argumento de que “la ira es normal y parte de la vida” se descubre como erróneo y falaz.

En la experiencia de la verdadera paz interior también nos damos cuenta, desde lo profundo de nuestra conciencia, de que en realidad no dependemos de nadie para experimentar nuestros sentimientos de paz, felicidad, contento y alegría. Esta experiencia de completa libertad interior termina con una de las creencias más profundas que la mayoría hemos aprendido, que es la de que dependemos de los demás, de los eventos y de las situaciones para sentir lo que sentimos.

Liberarnos de la ira no quiere decir que en las situaciones prácticas no nos expresemos ni digamos nada y nos sentemos en una resignación dichosa o en una especie de estupor meditativo! En vez de reaccionar desde la ira, experimentamos una renovada intención y una capacidad expandida de entender a los demás y permanecer vitalmente conectados con los demás.


La experiencia del silencio

La experiencia del silencio, la búsqueda de un espacio de profunda quietud interior, que es la base de las meditaciones, oraciones y experiencias místicas en todas las grandes religiones de la humanidad, nos ofrece un puente para acceder a nuestra propia espiritualidad, que es la fortaleza que necesitamos para tratar de una forma nueva y creativa con nuestra realidad cotidiana y los conflictos que a menudo se presentan en ella.
 

En el silencio profundo y sereno, en la contemplación de tal silencio pleno, se nos abren las puertas a esta comunicación divina y trascendente, es lo que se conoce como meditación. El silencio es el puente de comunicación entre lo divino y lo humano, nos abre a la experiencia del amor de Dios. El silencio espiritual prepara el corazón y la mente para comunicarnos con Dios.

El silencio espiritual nos proporciona energía pura y altruista de la Fuente Creativa, abriendo horizontes ilimitados de nueva visión. Para liberar al ser de la negatividad, necesitamos silencio. Absortos en la profundidad del silencio, iniciamos un proceso de renovación interior. En esta renovación, la mente se limpia, facilitando una percepción diferente de la realidad.

El silencio lleva nuestra energía mental y emocional a un punto de concentración donde podemos encontrar la quietud. Sin esta quietud interna, en las situaciones difíciles o problemáticas nos sentiremos a menudo como una marioneta arrastrada por las diversas cuerdas de las influencias externas. Este punto de quietud interior es la semilla de la autonomía que corta tales cuerdas y termina con la pérdida de energía.

El silencio sana. Es como un espejo. El espejo no culpa ni critica, pero ayuda a ver las cosas como son, ofreciéndonos un diagnóstico que nos libera de los pensamientos erróneos. El silencio revive la paz original del ser, una paz que es innata, divina, que cuando se invoca fluye por el ser armonizando y sanando cada desequilibrio.

El silencio es el lenguaje para comunicar con Dios. Silencio unido al amor. Donde hay amor, la concentración es natural y estable, como una llama serena de una vela que irradia su aura de luz. Cuando la mente humana está absorta en el pensamiento de Dios, la persona siente la armonía de la reconciliación en profundidad. En esta unión silenciosa de amor uno llega a estar completamente reconciliado, no como un proceso intelectual, sino como un estado del ser.

De esta experiencia de Dios, aprendemos a vernos como un canal de comunicación... desarrollamos la capacidad de canalizar este amor divino y espiritual, para el beneficio de todos.


martes, 11 de abril de 2017

Aceptación incondicional

Aceptar a los demás de manera incondicional les permite quitarse sus máscaras y sentirse cómodos con quiénes son. La seguridad de ser aceptados les da la libertad de ser ellos mismos y eso, a su vez, les permite aceptarse a sí mismos también.

Todos nos encontramos en situaciones en las que sentimos rechazo o resistencia hacia otra persona. También pondríamos en marcha una nueva lucha en contra de lo que nos desagrada cuando leemos las noticias del mundo.

Sin embargo, nos olvidamos de que cuando decidimos que vamos a resistirnos a algo o a alguien, sea mental o físicamente, simplemente estamos fortaleciendo el objeto de nuestra resistencia, sea en la realidad o en nuestras propias mentes.

Si quieres disfrutar de la habilidad de influenciar, siempre empieza con la aceptación. Si quieres desarmar a los demás, empieza con aceptación. Si quieres animar y facultar a otros para que cambien, empieza con la aceptación. No la conviertas en algo condicional. De lo contrario es sólo resistencia disfrazada de aceptación y todavía estás intentando controlarles.

Y todos podemos oler desde la distancia a un controlador… ¿no es así?


Barreras del amor

Todo lo que hay en el corazón que no es limpio ni verdadero, finalmente generará un muro en nuestro interior, obstruyendo el fluir natural del amor. Las personas que dicen que no hay amor en sus vidas en realidad están bloqueadas debido a este muro.

Realmente sí hay amor, pero simplemente no pueden aceptarlo. El ego es el ejemplo más claro de esto. El ego limita el fluir del amor al poner condiciones al amor que se da y se recibe. El ego usa el amor para satisfacer sus propias necesidades y deseos. Genera un amor que es engañoso, que sólo trae satisfacción temporal. El ego no nos permite experimentar el amor verdadero ni compartirlo. De hecho, el ego es capaz de destruir nuestra habilidad natural de sentir el amor.

A la vez, el amor engañoso es aquél que surge cuando no hay honestidad en el corazón. Crea dependencia y se parece más a un contrato que a una relación. Este tipo de amor se ha convertido como en una droga.

El amor debería ser tal que permita que la honestidad y la verdad crezcan. Es la honestidad lo que nos muestra qué es el amor, y el verdadero amor nos muestra lo que es la honestidad. Funciona en las dos direcciones.

La forma de liberarnos de la dependencia del falso amor es experimentar a través del silencio y la meditación la conexión con la verdadera fuente de amor. Experimentar la dulzura y plenitud del amor verdadero. Así reemplazamos el veneno con el néctar y cada vez será más fácil reconocer la futilidad y el nulo valor del amor falso.

No deberíamos simplemente aceptar cualquier amor que se presente en el camino, de aquí, de allí, de cualquier lugar. Si alguien quiere darte amor, primero observa qué clase de amor está ofreciendo.

El amor verdadero está libre de deseos egoístas y de expectativas. Para experimentarlo tenemos que conseguir que nuestro corazón esté limpio y lleno de honestidad.

domingo, 2 de abril de 2017

Retorno a las raíces

Las raíces son los cimientos ocultos, lo que sostiene. Todo cimiento está oculto pero, aunque no se ve, sostiene toda la estructura. Ya sea nuevo o viejo, feo o hermoso, un edificio requiere cimientos sólidos para permanecer en pie.

También un ser humano posee cimientos invisibles. La estructura visible de la vida humana ­ el cuerpo, las palabras y las acciones ­ posee en sus raíces una energía sutil. El proceso llamado “muerte” ocurre cuando esta energía sutil abandona al ser humano. Hay una boca, pero no hay palabras; hay ojos, pero no ven; hay cuerpo, pero sin movimiento. La estructura permanece, pero el cimiento se ha ido. El cimiento de la vida humana no es material.

Mientras no examinemos las raíces de nuestra existencia humana no podremos empezar a comprendernos y cambiar. La psicología ha intentado llegar a estas raíces y nos ha ayudado a comprender el mundo interno de nuestros procesos conscientes y subconscientes. Sin embargo, para conocernos verdaderamente debemos regresar a la semilla.

Para los seres humanos, la semilla son los pensamientos. Los pensamientos brotan del alma, un foco de energía no material, eterna en forma e identidad. El alma no está sujeta a cambios como lo está el cuerpo. El alma, que no pertenece al mundo material, es la base de la conciencia; este receptáculo viviente, no físico, contiene nuestra personalidad, nuestros pensamientos, nuestros deseos y nuestras emociones.

Así como la semilla de un árbol guarda en su interior su imagen, hasta que las condiciones apropiadas le permiten manifestarla, el alma contiene en su interior la imagen de la personalidad individual, que se manifiesta a través de la acción.

En un sendero espiritual intentamos alcanzar lo que hay de eterno en la personalidad humana. Fuera de la negatividad que hemos acumulado en el interior, nuestra naturaleza básica es pura.

El alma - es decir, el verdadero ser - no es pecadora en sus orígenes: es originalmente buena. El sendero espiritual nos lleva a experimentar esta bondad original. Cuando se experimenta esta preciosa energía, la conciencia resurge con ímpetu. Esta irrupción de la conciencia se conoce en la historia como «iluminación». La iluminación es el salto hacia una nueva percepción que nos da confianza y esperanza. La vida es entonces más real y, en consecuencia, más plena de felicidad. Nos vemos renovados.


El poder del amor

Los pensamientos y los sentimientos de preocupación, temor y pesar no nos sirven, sino que nos debilitan y no nos ayudan a encontrar soluciones duraderas para nuestros problemas. En cierto modo, el problema son ellos. Si tengo la fuerza suficiente para reaccionar ante una situación con calma y tranquilidad, deja de ser un problema.
Entonces se plantea la pregunta: ¿Cómo nos libramos de esos pensamientos y sentimientos? ¿Acaso no forman parte de la condición humana? ¿Cómo podemos mantener sentimientos positivos, cuando hay tantas cosas en el mundo que están mal, incluidos nosotros mismos?

Cierto es que, cuando estamos débiles, no podemos hacer nada con esos sentimientos, que se apoderan de nosotros. Sin embargo, aunque puede que la debilidad esté muy extendida, no es nuestro estado natural.
Cada uno de nosotros es fuerte por naturaleza, en principio. En ese contexto interior, el poder significa algo que está muy relacionado con la expresión francesa joie de vivre, o vitalidad, es decir, estar bien dotado de la energía del pensamiento y el sentimiento positivos y saber cómo usar y mantener esas reservas de una manera efectiva, reabasteciéndolas en una fuente interior. Cuando tienes ese poder, sientes amor por ti mismo, por los demás y por la vida. Cuando uno empieza a pensar de forma positiva, acumula poder y aumentan su confianza en sí mismo y su eficacia. Cuando permite la entrada de pensamientos negativos, es como si el alma empezara a hacer agua.
Incluso los instantes de negatividad, como observar a los demás con mirada crítica, automáticamente ocasionan una pérdida. No se puede ser positivo y negativo al mismo tiempo. Si uno cae en rachas prolongadas de duda y crítica, tanto con respecto a sí mismo como con respecto a los demás, pierde toda la fuerza que tiene dentro. Ese tipo de pensamientos y sentimientos nos llevan a un estado de desconcierto, confusión y, por último, depresión. Uno ya no tiene idea de lo que se supone que tiene que hacer ni de la manera de hacerlo. Se siente como un extraño en este mundo, sin amigos y sin sentido.

Sin embargo, llega un punto en el que uno se da cuenta: «¿Qué me está haciendo esta manera de pensar y de sentir, a mí y a mi actitud y mi visión de los demás? Me está destruyendo.» Darse cuenta de eso puede ser doloroso, pero la experiencia demuestra que es el primer paso para recuperar el poder. Te das cuenta de que tienes que elevarte no sólo por encima de los pensamientos negativos, sino también por encima de los pensamientos inútiles y corrientes, porque ese tipo de pensamientos perturban tu paz interior y esa paz es necesaria para poder ser capaces de obtener la energía divina y acumular su poder.

Cuando se agita la superficie de un lago, deja de reflejar el cielo o las colinas que lo rodean. Si tratamos de mirar dentro de él, no pasaremos de las ondas o las olas. El agua tendrá un aspecto turbio. En cambio, cuando está quieta, puedes ver las profundidades y, con un leve cambio de enfoque, también se puede ver la belleza reflejada desde arriba.

Lo mismo ocurre con el ser. Antes de poder desarrollar amor, o incluso un profundo interés por nosotros mismos y por Dios, tenemos que fijarnos en la calidad de nuestros pensamientos; tenemos que volverlos apacibles y puros, tanto como podamos, mediante la voluntad y la determinación. Entonces nuestro interior se estará preparando para abrirse al amor puro y espiritual.