sábado, 15 de septiembre de 2018

Aprender a controlar los pensamientos


Los pensamientos son más poderosos que un cohete. En menos de un segundo uno puede viajar a donde quiera, sentir que está cerca de otra persona o adoptar el estado mental que desee.

Usar pensamientos de forma valiosa crea un buen estado de ánimo, un esquema mental positivo y acciones constructivas. Tales pensamientos se crean en la conciencia del reconocimiento del valor de uno mismo y de los demás. Los pensamientos valiosos incluyen:
• Planificar  para uno mismo (a corto o largo plazo ) o para los demás (para la comunidad u otras formas de servicio).
• Reflexionar o pensar sobre los puntos de aprendizaje recibidos en la conferencia o charla que se ha escuchado recientemente o en un buen libro que se haya leído últimamente.
• Examinarse con un corazón honesto, lo que incluye examinar las intenciones y después cambiar las debilidades e imprecisiones —primero en el pensamiento— como una manera de ensayar algo mejor antes de ponerlo en acción.
• Visualizar  formas de incorporar valores, virtudes o poderes en la actividad cotidiana, y después ¡hacerlo!

Los síntomas de los pensamientos inútiles son sentimientos de angustia, pérdida de felicidad o de bienestar,  una mente perturbada llena de confusión o incapacidad para tomar decisiones precisas.

Pensar una y otra vez sobre una acción desafortunada ya realizada no es una forma correcta de usar el tiempo. Arrepentirse es bueno si se reconoce como el medio de llevar a cabo una transformación. Sin embargo, la transformación del ser debería suceder en el momento en que hay comprensión y reconciliación. Una vez que esto suceda, debería aplicarse rápidamente la justicia hacia uno mismo respecto a si algo fue correcto o erróneo. Después, en un segundo, decidir que no se hará eso y que sí se hará esto otro. El poder de esta decisión debería ofrecer la experiencia de la felicidad del logro para el futuro.

La práctica de pasar el tiempo pensando sobre las debilidades de los demás nos hace descender a las esferas de  influencia de los demás. De esta forma, uno se influye por la carga de pensamientos, en vez de ser el que influye sobre los mismos. Para acabar con la costumbre de habitar en el vacío de las debilidades de los demás hay que pensar sobre las propias virtudes, valores y fortaleza así como en lo que falta en la propia esfera de influencia. ¿Qué virtud personifiqué hoy? ¿Qué fortaleza debería haber experimentado, sobre la que trabajaré mañana? ¿Qué valor demostré? ¿Qué necesita desarrollarse aún?

El poder de controlar los pensamientos comienza con: 
1) el compromiso con la creencia de que uno tiene una habilidad innata para cambiar los pensamientos inútiles en pensamientos valiosos, y 
2) hacerse responsable de los pensamientos, que son las semillas de los sentimi
entos, las palabras y las acciones. 

La práctica de desarrollar el poder de controlar consiste en examinar y cambiar concienzudamente la calidad y la dirección de los pensamientos.

Introversión, paz y silencio


La extroversión es lo que desperdicia nuestra energía y nos hace sentir débiles. En un estado de introversión pensamos menos y hablamos menos. Entonces tenemos la capacidad de poner en la acción lo que sea que pensemos y lo que necesitemos hacer.
La serenidad verdadera no se muestra tanto en la cara como en la profundidad y quietud de la mirada.

Si plantamos un semilla positiva y limpia de pensamientos y nos concentramos en ella, le damos energía al igual que el sol se la da a una semilla plantada en la tierra. Y al igual que la semilla en la tierra despierta, se mueve y empieza a crecer, los pensamientos en los que nos concentramos empiezan a desarrollarse y crecer. Así que sembremos pensamientos positivos. Cada mañana, antes de empezar el viaje del día, sentémonos tranquilamente, en silencio, y sembremos la semilla de la paz. Paz es armonía y equilibrio. Paz es liberación de la carga de negatividad y desperdicio. Hagamos que la paz encuentre su hogar en nuestro interior. La paz es nuestra fortaleza original, la eterna tranquilidad de nuestro ser. 

No debemos darle permiso a la mente para alterarse. Una mente alterada se influencia fácilmente. El precio será perder la paz. Aprendamos a mantener nuestra paz liberándonos de los apegos. Competir o compararse con los demás no nos permitirá enfocarnos hacia el interior. Un enfoque interior nos permite mantener la visión en nuestro ser más elevado. Tenemos que recordar nuestra naturaleza original. Nos permite forjar un vínculo con Dios. Entonces se hace fácil reconocer los pensamientos inútiles y reemplazarlos con una perspectiva espiritual. Una mente calmada no es sólo pacífica, está enfocada, concentrada y llena de buenos deseos y sentimientos puros.

La paz no es una actitud pasiva, es un estado activo. Requiere una atención constante el vivir y responder como un ser pacífico ante cualquier trastorno de la vida. 

La verdadera paz sólo se puede experimentar cuando dejamos de dar y de tomar pesar. A fin de no dar pesar, necesitamos un corazón claro que no tenga sentimientos enfermizos y para no tomar pesar necesitamos un gran corazón que pueda tolerar y ayudar a los demás a superar sus debilidades. Llenemos nuestra mente con paz y buenos sentimientos y así podremos compartir esa experiencia con otros. Permanezcamos llenos de paz internamente y esta paz alcanzará a las personas que amamos y finalmente al mundo entero.
 
Necesitamos aprender a crear silencio en nuestras mentes y entonces la paz florecerá en nuestras almas. Veremos la vida con otros ojos. Descubriremos el idioma de Dios. Para permanecer internamente silencioso necesitamos dejar de pensar demasiado. Confiar en uno mismo. Confiar en los demás. Veremos que es más fácil de lo que parece.

Es cuando calmamos la cháchara en nuestra mente que realmente podemos escuchar qué hay en nuestro corazón y encontrar la pureza calmada y clara que yace en el alma. El amor espiritual nos lleva al silencio de nuestro estado original. Este silencio contiene el poder de crear armonía en todas las relaciones y la dulzura para sustentarlas. Y es cuando experimentamos el silencio interior que podemos dejar que Dios entre en nuestros corazones y mentes y nos llene de amor, fortaleza y paz.

domingo, 2 de septiembre de 2018

Precisión, constancia y disciplina



La precisión no se refiere a hacer las cosas de un modo perfecto o según una norma. Desde el punto de vista espiritual, ser preciso es ante todo ser consciente de la actitud apropiada para crear armonía en las propias relaciones. Si inspiro entusiasmo, fe y confianza en los que me rodean, sean éstos colegas, amigos o familiares, también crece mi propia estima y mi habilidad para hacer que las cosas marchen bien.

Para tener la firmeza de una roca para los demás, necesito pisar suelo firme. Debo saber quién soy y qué tengo para dar a los demás. Esta clase de constancia sólo se logra si tengo la disciplina de recargar mis baterías espirituales día a día. Las primeras horas de la mañana son las más apropiadas para recibir paz y amor de Dios mediante la meditación. Puedo entonces encarar mi jornada con un bagaje de sabiduría y amor, y con la certeza de que siempre estaré preparado para asistir a los demás en sus momentos de necesidad.

Si aprendo a gozar del momento presente y dar lo mejor de mí mismo en cualquier situación, evito llegar a sentirme hastiado de la vida. Cuando mi energía empieza a agotarse, basta con recordarme que debo gozar de cualquier cosa que haga y verter amor en todas mis tareas, para sentirme otra vez pleno de energía.

No hay mayor disciplina que vivir con obediencia a los valores que me son más preciados. Tal vez tenga que sacrificar algo para lograrlo, quizá reconocimiento, dinero o posición social. Pero la recompensa es enorme: respeto por mí mismo, confianza en mí mismo y la capacidad de afrontar las adversidades con coraje y optimismo.