domingo, 27 de marzo de 2016

El poder del desapego

Cuando la energía de nuestra consciencia esta fuera de control, la mente está en un estado de agitación. Nos gobiernan las emociones. La solución es desapegarse de las tormentas internas, separarse y observar el huracán, dejando que pase. La observación desapegada retira la energía que tus emociones requieren para sustentarse.

Por ejemplo, la ira es una condición en la que la lengua trabaja más rápido que la mente. Decimos cosas sin pensarlas, bajo la presión emocional del enfado o la reacción. Cuando nos desapegamos y observamos nuestra propia ira, ésta muere. Si no nos desapegamos de ella y la observamos… entonces será nuestra dueña.

Por otro lado, necesitamos poder para permanecer libres de la influencia de los demás. El desapego es este poder. Si no podemos permanecer desapegados de las influencias, no podremos mantener los pensamientos bajo control. A partir de ahí se generará una espiral descendente hasta que todo rastro de bienestar interior se pierda.

El primer paso en el desapego es comprender quién eres como entidad espiritual. Esto te permite “desapegarte” de tu identidad física, y todo su mundo de pensamientos y sentimientos limitados, y en lugar de ello “apegarte” a tu personalidad espiritual, el ser de paz, fortaleza y estabilidad.

Un día normal siempre estará lleno de desafíos hacia este desapego. Por un lado estará tu conciencia espiritual, pero por el otro estará la atracción hacia los seres humanos y el mundo material. El desapego no quiere decir alejarse del mundo material, sino simplemente permanecer consciente de ti mismo como ser espiritual mientras estás en el mundo e interpretas tu papel. El desapego simplemente significa mantenerte centrado en tu espiritualidad.


Un corazón generoso, una mente generosa

Tener una mente generosa significa tener en cada actividad un gran corazón. Tener un gran corazón significa tener constantemente buenos deseos hacia los demás y a que avancen mediante tales buenos deseos.

Tener un corazón generoso significa tener el sentimiento de ser un donador y donar las especialidades, las virtudes y los poderes que se han obtenido. Donar la riqueza del conocimiento espiritual a través de las palabras es un acto valioso, pero aún lo es más ser cooperativo en donar las propias virtudes. Ser cooperativo en capacitar a que los demás se hagan virtuosos a través de las virtudes del ser, ser cooperativo en llenar a los demás con especialidades, esto es lo que significa ser un gran donador, el que tiene un gran corazón, un filántropo.

¿Cuáles son las características de un alma con tal mente generosa? Se darán tres características especiales. Tal alma estará libre de tres cosas: los celos, el rencor y la naturaleza de criticar a los demás, o burlarse. Liberarse de estas tres cosas para siempre se conoce como tener una mente generosa.

Los celos generan angustia en el ser y trastornos en los demás. Así como a la ira es como un gran fuego, los celos también son un fuego.

El rencor nunca le permite al alma la experiencia de ser quien tiene pensamientos puros, o quien tiene buenos deseos hacia los demás. El rencor hace que el ser caiga y hace caer también a los demás.

De la misma forma, criticar a alguien, sea como una broma o seriamente, también significa dar pesar. Es como si alguien está caminando y le empujas o le haces la zancadilla y le haces caer. Si a alguien se le hace caer de esta forma, sea pequeña o grande la herida producida, eso le hará perder coraje y le hará seguir pensando acerca de esa herida. Mientras esa herida dure, seguirá recordando a quien le ha infringido esa herida. Eso no es algo pequeño. Es muy fácil hablar sobre alguien, pero incluso la herida infringida como una broma adopta la forma de pesar. Esto se acumula en la cuenta personal de dar pesar a los demás.

El alma con mente generosa y corazón generoso no tendrá estas tres cosas. Tal alma tendrá amor por servir y elevar a los demás. La base para tener éxito constante en el servicio es la generosidad.


martes, 15 de marzo de 2016

Pautas para superar la ira

La ira es una reacción emocional, que altera nuestra paz de la mente y tiene consecuencias dañinas para el ser y para los demás.

Pautas para superar la ira:
- Recuerda que la naturaleza original del alma es la paz. La ira es un patrón de comportamiento aprendido que, con práctica, se puede cambiar.

- Entrénate para respirar profundamente desde el diafragma, especialmente en situaciones potencialmente estresantes.

- En lugar de reaccionar, responde a las personas, situaciones y circunstancias que disparan tu ira.

- Recuera que nadie puede hacer que te enfades. Es una elección que tu tomas. Está la forma pacífica y asertiva o la forma de ira.

- Reconoce, acepta y suelta las heridas del pasado, la amargura y el resentimiento.

- Cuídate. Asegúrate de que te das suficientes horas de sueño y también ejercicio. Evita las películas y juegos violentos y la dependencia de sustancias que alteran tu estado de ánimo, tales como los cigarrillos y el alcohol..

- Dedica con regularidad tiempo para tu ser y desarrolla tu fortaleza interna y paciencia a través de la reflexión silenciosa y la meditación.

- Repite en tu mente la afirmación “soy un ser pacífico” con frecuencia a lo largo del día y, especialmente, cuando te empiezas a sentir el enfado.


Lecciones del tiempo

Para convertirnos en dueños del tiempo tendremos que aprender lecciones sobre cómo valorar cuán precioso es el tiempo. Al igual que con cualquier recurso valioso podemos practicar cómo ahorrar y utilizar el tiempo con sabiduría en nuestra vida diaria.

Respetar el tiempo…
Cuando comprendemos el valor de nuestro propio tiempo, tenemos consideración natural por el tiempo de los demás.
La presteza revela modales nobles, y la puntualidad es la práctica de los príncipes. Con maestría en el entendimiento del tiempo, podemos mostrar afectuosamente la tolerancia hacia las personas jóvenes que sólo han dispuesto de un poco de tiempo, y paciencia hacia los mayores cuyos cuerpos han estado a su servicio durante un largo tiempo.
Podemos aprender tal paciencia y tolerancia del ejemplo de Dios, nuestro propio Padre.

Hazte amigo del tiempo…
Mantener una apreciación constante del momento presente es ser amigo del tiempo, ir llevando el paso con sus movimientos, estar siempre preparado para lo que sea que el próximo momento pueda traer.
El tiempo no espera por nosotros, así que necesitamos estar alertas y seguir su ritmo. A medida que avanza, la Naturaleza devuelve el eco de la llamada del tiempo. Los elementos revelan cómo el mundo envejece. Pero la semilla del futuro está plantada.
En el silencio y la quietud podemos salir del tiempo, observar con desapego qué ha sucedido, qué está sucediendo y qué va a venir a medida que la gran obra de los eventos se revela.
En ese momento de quietud cuando el tiempo está inmóvil, podemos conectar la conciencia del alma con el Alma Suprema. Experimentamos la profunda dicha y satisfacción de la atemporalidad, un momento de conexión más allá del tiempo. Un sabor de la eternidad. Y con esta conciencia, retornamos, y volvemos al tiempo y a la historia para interpretar nuestro papel.

Pasar tiempo…
…en silencio

Ahora es el momento de ir más allá de las palabras al silencio y experimentar la belleza atemporal de la paz. En este estado de conciencia, el alma individual puede salir del momento limitado y encontrarse con el Alma Suprema en la tierra más allá del tiempo. Simplemente unos pocos segundos de este estado eterno e interminable permanecen con nosotros durante un largo tiempo. Podemos retornar de esa conciencia y traernos la experiencia de la intemporalidad. Podemos traerla a la memoria en cualquier momento que elijamos, ya que entonces el recuerdo de Dios se vuelve fácil y natural.

… con nosotros
Ahora es el momento de mirar directamente en el espejo de nuestros corazones, para ver claramente la pureza de nuestros pensamientos y acciones. Es tiempo de preguntarnos: si el tiempo fuera a acabarse ahora ¿está saldada mi cuenta con todos? ¿He desarrollado paz en mi interior? ¿He convertido la paz en mi posesión personal?

… con Dios
Ahora es el momento de pasar todo el tiempo con Dios, desde que nos despertamos en las horas tempranas de la mañana. Es tiempo de enfocar nuestras mentes constantemente en el recuerdo de Dios, de forma que todos nuestros momentos se usen de una forma digna. El tiempo pasado en tal recuerdo conforta el alma que ha estado separada de Dios durante tal largo tiempo.
A medida que aprendemos a elegir cómo pasar el tiempo, nos convertimos en amos del tiempo.