martes, 24 de marzo de 2015

El poder de Om Shanti

El proceso de auto-conocimiento y sanación espiritual que nos permita recuperar la armonía y el bienestar interior requiere la cuarentena del silencio. La capacidad de permanecer en un estado de sosiego y paz interior – incluso la voluntad de conseguirlo – ha sido destruida por un vacío interior que demanda llenarse con ruido y emociones que, aunque superficiales, mantienen ese vacío a raya. 

Silencio significa desconectar, desenchufar la conciencia de los numerosos enchufes que absorben nuestra energía: problemas, preocupaciones, complacer a los demás, miedo y sobrecargas.

Cada pensamiento que creamos es energía y produce su propia corriente, sea negativa o positiva. En la quietud del silencio voy hacia mi interior y me conecto con mi cualidad original de la paz y me estabilizo en el pensamiento de esa paz original.

En la meditación, la manera de conectar con nuestra paz original es usando el pensamiento “Om Shanti”. Estas dos palabras significan la conciencia de nuestro estado eterno de paz y la conciencia de nuestra identidad espiritual: “Soy un alma y mi naturaleza eterna es la paz”.

Sólo requiere unos pocos segundos de concentración el conectar con la conciencia del alma y liberar esta corriente de paz que nos eleva.

La corriente de Om Shanti siempre nos va a energetizar. Sin embargo, necesitamos practicar esto con atención completa. Así, después de un día de actividad, habiendo experimentado muchas pausas de unos pocos segundos de silencio, no nos sentiremos cansados sino en gran armonía y bienestar.


Superar los obstáculos internos

Necesitamos enfocarnos en los aspectos positivos del ser, y que este foco sea la base de nuestro cambio y aprendizaje. Sin embargo, como optimistas realistas, también debemos ser honestos acerca de los retos y obstáculos personales que tenemos que superar si somos sinceros en nuestro deseo de sentirnos en plenitud.

1. Reconocer que tenemos un trastorno o problema recurrente. Admitir que hay algo que sigue retornando, independientemente de la persona o situación que dispara la reacción. Necesitamos darnos cuenta de que liberarnos del dolor de esa reacción requiere un cambio en nuestras actitudes, pensamientos y/o percepciones. La honestidad con uno mismo nunca hace que te sientas culpable, sino que fortalece tu auto-respeto.

2. Identificar el defecto en nuestro interior, y al mismo tiempo mantener la conciencia de mi naturaleza original: yo, el alma, soy un ser de paz, de pureza, de amor y felicidad.

3. Desapegarse de ese defecto, una vez identificado. Podemos hacer esto con confianza, al tener el conocimiento de la verdadera naturaleza del ser. “No soy el defecto que observo. Acepto y entiendo que ese defecto está ahí pero no me identifico con él.”

4. Fundir el defecto con la experiencia del poder del silencio y la conexión con la fuente suprema de luz y poder espiritual. Es como colocar un trozo de hielo bajo la luz del sol y permitir que se derrita. La meditación intensa nos capacita para conseguirlo.

5. Prestar atención y no permitir que ningún germen de viejos deseos o miedos reinicialice el proceso. De lo contrario podemos volver a infectarnos y a enfermar de nuevo. Habiendo conquistado todo esto, nos sentiremos en plenitud, nuestra maestría interior original habrá retornado. Ya no seremos más ni una víctima ni una marioneta del viejo ser, de los demás o de las circunstancias.

lunes, 16 de marzo de 2015

Determinación en la transformación

Una de las causas principales, sino la principal, de que nuestra transformación interior se demore y los viejos patrones, causantes de nuestro malestar e intranquilidad, sigan afectándonos en la vida, es la falta de determinación y enfoque.

La mente es fácilmente distraída en muchas direcciones. El conocimiento espiritual nos recuerda que nuestra naturaleza verdadera, como seres espirituales, es elevada y digna, nuestra verdadera esencia es de grandeza y autenticidad. Necesitamos permanecer conectados con nuestras cualidades originales y soltar y distanciarnos de todos los hábitos negativos del ego y la conciencia limitada.

Aún así, incluso con las mejores intenciones y a pesar de que de vez en cuando creamos pensamientos llenos de resolución sobre qué queremos eliminar en el ser y qué queremos integrar en nuestra vida, en términos de virtudes y cualidades, la realidad es que con el paso del tiempo, la fuerza de esos pensamientos se va diluyendo.

Un paso fundamental que va a marcar la diferencia es no permitir que la mente esté ociosa, tanto como podamos. Existe un proverbio que reza "Una mente ociosa es el taller del diablo". El significado está claro, cuando la mente no tiene ninguna meta ni objetivo, las innumerables atracciones de los sentidos se apoderan de ella. Las debilidades y dependencias controlan nuestra conciencia. La puerta de entrada es la mente y, específicamente, los pensamientos.

Así que es esencial crear un programa de actividades para nuestra mente. Leer y estudiar textos que estén llenos de conocimiento espiritual, crear espacios en nuestra agenda diaria para reflexionar sobre los mismos, para comprender las leyes espirituales y su aplicación en nuestra vida práctica. Crear tiempo para experimentar con la meditación, con la concentración y la contemplación. Reflexionar sobre los valores y cualidades que queremos ver más presentes en nuestras vidas y qué tenemos que hacer para integrarlos.

Si nuestra mente está constantemente involucrada en nuestra meta y objetivo de transformación espiritual, experimentaremos que los pensamientos se vuelven más poderosos y concentrados, y la mente más luminosa y liviana. A su vez, esto generará sentimientos internos de satisfacción y plenitud. Sentiremos que nos vamos acercando a nuestra meta. La clave es una mente ocupada que cierra las puertas al desperdicio, la distracción y la negatividad.


Auto-respeto y humildad

El auto-respeto y la humildad se comportan como nuestro escudo de protección espiritual. Nos liberan de las influencias sutiles del ego limitado.

A medida que recorremos la senda del progreso espiritual, es muy importante tomar conciencia de la presencia de la arrogancia sutil.

La arrogancia sutil puede detectarse especialmente en la inhabilidad de aceptar la crítica, ni siquiera si es constructiva. Internamente hay sentimientos de reacción y rechazo. Hay trastorno en la actitud y la visión hacia la persona que ha emitido esos comentarios.

En la consciencia del alma, podemos aceptar la corrección y las señales que otros nos den como un medio para progresar y somos capaces de tolerar y aceptar la crítica. A la vez, no nos dejamos influenciar por la alabanza. 

La clave es generar un estado de consciencia en el que nuestros pensamientos estén llenos de auto-respeto. Y en las palabras y las acciones, mantener un estado de humildad. Entonces la arrogancia terminará. Estas dos virtudes son la base para ser una personificación del éxito en cada pensamiento y cada acción.

Absorbiendo estas dos virtudes en nuestra vida podremos ser instrumentos para transmitir una experiencia espiritual a los demás, a través de nuestras palabras, de nuestras acciones, de nuestra manera de interactuar. Si estas dos virtudes están presentes y estables en nuestra vida, podemos entender que estamos desarrollando poder interior y fortaleza espiritual.


sábado, 7 de marzo de 2015

Tolerancia y aceptación

La tolerancia es una virtud y a la vez es una fortaleza, lo que podríamos denominar también un poder espiritual. En nuestra vida la tolerancia es clave para que podamos mantener equilibrio y estabilidad en medio de las adversidades, retos y pruebas que se nos presentan.

Se puede decir que el nivel de tolerancia que tenemos al dolor y la negatividad, es un indicador claro de nuestro nivel de poder espiritual, y también de la profundidad y madurez que hemos desarrollado.

Gracias a la profundidad y la madurez, podemos ver más allá de la superficie de las situaciones, entendiendo el significado profundo de cada escena. Manteniéndonos conectados con nuestra verdadera naturaleza de paz, nos mantenemos tolerantes y nos acomodamos a los diferentes desafíos que se nos presentan a través de las relaciones, la salud, las situaciones...

Con tolerancia, el corazón se abre y crea espacio para el dolor que hay dentro del ser y a nuestro alrededor, para aceptar ese dolor y así poder transformarlo. Cuanto más aceptamos el dolor, en sus diferentes manifestaciones (espiritual, mental, emocional y físico), más estamos en disposición de desapegarnos y trascenderlo.

Algunos indicadores de la falta de tolerancia son una actitud reactiva, susceptible, una tendencia a evitar y evadirnos de todo lo que percibimos como desagradable o doloroso. Lo que no entendemos en ese momento es que, en realidad, estamos protegiendo nuestra propia debilidad.

La tolerancia se fortalece nutriendo nuestro ser espiritual con el poder del silencio, sumergiéndonos en la experiencia del silencio, accediendo a la fuente de luz y poder espiritual. A medida que el alma se recarga y se fortalece, se va equipando con el poder de tolerancia necesario para navegar con éxito por el mar de la vida.

Dolor

El dolor es la consecuencia de negar los principios básicos de la vida, que incluyen: auto-respeto, amabilidad y generosidad.

Además, el dolor en sus diversas formas es una consecuencia directa del auto-engaño. Los engaños son ilusiones que creemos que son reales. Un auto-engaño clásico es el de creer que alguien o algo fuera de mí puede crear mi estado de felicidad.

La posición, el rol, el talento o el logro son sólo temporales, y pasajeros. La dependencia de estos aspectos finalmente trae dolor en la forma de decepción, vacío o resentimiento.

¿Por qué creemos en estos de una manera tan absoluta?

Un principio: no podemos tomar felicidad, satisfacción o amor desde el exterior del ser.

El primer paso para expresar la felicidad con los demás es experimentarla como la naturaleza original del ser. Entonces podemos compartirla con los demás incondicionalmente, creando un estado duradero de felicidad.

El dolor vuelve a aparecer cuando olvidamos nuestro ser original y cuando rechazamos aprender.

Para recordar y retornar a nuestros propios recursos espirituales y a la Fuente Suprema, tenemos que aprender a ver a través de esos engaños e ilusiones, con el discernimiento claro que surge del silencio interior.



lunes, 2 de marzo de 2015

Equilibrio entre el cerebro y el corazón

Cuando no existe la experiencia de sentimientos verdaderos y elevados en el alma, la vida del ser humano se vuelve muy vacía. La desesperanza, el miedo y el desánimo hacen que la vida sea muy hueca. Sin embargo, la base de los sentimientos negativos son los pensamientos negativos.

La receta para contrarrestar esto es simple: pensar menos, pensar calmadamente, pensar en paz y no pensar innecesariamente. Es lo que realmente se necesita para empezar a generar sentimientos verdaderos y elevados. Mantener el corazón lleno de sentimientos buenos y verdaderos requiere de un adecuado equilibrio entre el cerebro y el corazón. En realidad no necesitamos pensar demasiado. El hábito de pensar demasiado hace que nuestro cerebro se canse y se debilite y por tanto sea fácilmente influenciado, especialmente por las vibraciones negativas a nuestro alrededor.

Debido a que usamos mucho más el cerebro que el corazón, la calidad de los sentimientos se ha deteriorado. Los sentimientos verdaderos del corazón se han debilitado profundamente. De hecho, el enfoque debería centrarse en los sentimientos. Si nos aseguramos de que los sentimientos sean verdaderos, entonces todo lo que piense el cerebro será correcto. Podríamos decir que es como un tipo de inteligencia diferente, basada en una forma de usar el cerebro completamente distinta.

Cuando los sentimientos son puros y elevados, el cerebro automáticamente empieza a pensar los pensamientos correctos, basados en esos sentimientos. Son sentimientos que nos conectan con nuestra divinidad, nuestra verdadera esencia.

Para ello necesitamos ir hacia nuestro interior y practicar la meditación, conectar con los sentimientos puros y genuinos del alma, ya que hemos acumulado en el ser muchos sentimientos debido a las situaciones externas y debido a ello, los sentimientos naturales y verdaderos como el amor y la paz, no se experimentan.

Tenemos que empezar por tomarnos tiempo cada día para experimentar esos sentimientos y después empezar la práctica de poner esos sentimientos verdaderos en nuestra vida diaria, en las relaciones, actividades y todo lo demás. Cuando nuestros sentimientos están en este nivel de positividad, emergen tres cualidades: pureza, verdad y determinación. Con éstas, nos daremos cuenta de que la necesidad de pensar mucho se elimina.

Cuando la fe opera en este nivel de verdad, experimentaremos que los deseos más puros del corazón definitivamente son satisfechos. Si no hoy, entonces mañana. El desánimo desaparece. Los sentimientos verdaderos nos conectan con nuestro poder y fortaleza interiores.

Intenciones

Un cambio personal positivo se inicia en nuestra conciencia. Responsabilizarse personalmente de los pensamientos, palabras y acciones es tomar el control del volante y poner el proceso de cambios en movimiento. De esta manera conduciremos nuestros pensamientos hacia la dirección precisa y valiosa; frenaremos las palabras hirientes antes de emitirlas; sabremos cuándo “hacernos a un lado” para evitar “chocar” con otro; y mantendremos el motor en funcionamiento de forma consistente para que la batería se mantenga cargada mediante acciones puras, realizadas sin esperar nada a cambio. Cuando prestamos atención a las motivaciones y a las intenciones, el motor funciona sin problemas y recorremos un mayor kilometraje en términos de progreso y resultados.

Es necesario hacer un examen rutinario. Las diferencias entre las intenciones positivas y las negativas son sutiles y a veces difíciles de detectar. La costumbre de ver y hablar sobre los defectos de los demás, por ejemplo, a veces es consciente y a veces no lo es. De hecho, el hábito puede estar tan arraigado que ni siquiera advirtamos que estamos teniendo pensamientos inútiles sobre las debilidades de otros. A menudo, tales pensamientos son las semillas de los chismes. Estos tienen un efecto directo o indirecto no sólo en la persona de la cual se habla, sino también en los chismosos. Aunque esta conducta se pueda defender como inocente, las huellas dejadas por las intenciones negativas se vuelven más profundas y deterioran el ambiente.

Otras formas de intenciones negativas incluyen el demostrar que uno tiene razón reprimiendo a los demás; manipularlos, aunque sea sutilmente; esperar el respeto de los demás sin respetar o depender de otros debido a la propia imperfección o inseguridad interna.

Aun cuando algunas de estas motivaciones pueden ser claramente evidentes para uno y para los demás, otras intenciones pueden estar ocultas incluso para uno mismo y requieren de un examen profundo para detectarlas, entenderlas y cambiarlas.

Las intenciones positivas, por otro lado, se pueden reconocer cuando, de forma natural y espontánea, respetamos y beneficiamos a los demás; apreciamos la singularidad y las cualidades de todos y les damos la libertad de ser ellos mismos. Incluso cuando debamos decir palabras que puedan percibirse como una medicina amarga, como opinar sobre una conducta inapropiada o sobre algo que pueda afectar la vida de alguien, las palabras se pronuncian directa y honestamente, con humildad y con consideración hacia la sensibilidad del otro.

Cuando se trata con dignidad y respeto al receptor de la opinión, se le escucha con empatía y se le implica en las decisiones sobre los cambios, el diálogo se puede experimentar como algo positivo, que abre las puertas a la oportunidad y da a esa persona la experiencia del logro. Las intenciones positivas fortalecen al instrumento o al emisor de esta información para que permanezca “limpio” y “directo”, incluso cuando da un mensaje delicado.