jueves, 27 de diciembre de 2018

Espiritualidad en la vida diaria



En esencia, la espiritualidad es saber cómo vivir. Ese conocimiento nos da la felicidad. La verdadera espiritualidad no consiste en un sistema de culto o un ritual, sino en una actitud positiva hacia nosotros mismos y hacia los demás, lo que convierte la vida en dicha, no en esfuerzo.

Para que la vida sea feliz basta con unas relaciones personales satisfactorias y un objetivo. La felicidad o la ausencia de ella, no obedece a causas externas sino que proviene del interior.

Así, el bienestar material no brinda felicidad, ni tampoco desdicha. La gran afección de la conciencia humana es considerar sólo lo externo como un medio para lograr la felicidad, esperando simplemente lo mejor, en lugar de examinar los valores y actitudes personales.

La felicidad no puede hallarse esperando simplemente lo mejor. No hay atajos. Ninguna otra persona, ninguna cosa externa puede darnos un estado permanente de bienestar. Es nuestra propia responsabilidad lograrlo. Las cosas externas pueden contribuir, servir de guía e inspiración, pero en última instancia la vida es lo que hacemos de ella.

La exploración profunda de nuestro ser nos proporciona entendimiento. Con éste, podemos empezar a crear la vida que deseamos vivir. Sin este entendimiento no podemos liberarnos de las crisis. En la actualidad parecería que a cada paso hay crisis, contratiempos y situaciones insolubles. Se diría que esto se ha convertido casi en lo común para la vida humana.

Cuando desarrollamos y fortalecemos nuestra espiritualidad, la vida es más que la simple supervivencia y la superación de obstáculos. Es una gozosa experiencia llena de amor y significado.

jueves, 13 de diciembre de 2018

Conectar con lo divino (II)



Aquello que recordamos es en lo que nos convertimos, y por esto es importante recordar las cosas correctas. Lo primero de la lista son los pensamientos del yo original y de la Fuente Suprema.
 
 Cada mañana antes de empezar la jornada diaria, sentarse en silencio, reflexionar, concentrarse y experimentar la conciencia de “Om Shanti” ("soy un alma de paz"), recarga al ser para todo el día. Cuando recuerdo mi estado original de paz y armonía interior, mi mente e intelecto crean un oasis de estabilidad interna, el cual me ayuda a afrontar las diferentes tormentas de negatividad que se presentan durante el día.
 
 La Fuente Suprema tiene el poder de recordarnos lo que éramos porque su estado original de ser es permanente; Él nunca se olvida de sí mismo, nunca se contamina y permanece eternamente verdadero consigo mismo en el estado de conciencia espiritual o alma. En consecuencia, Él es el mapa de lo que nosotros éramos, de lo que vamos a ser. Muy sencillamente expuesto, las cualidades de paz, amor, pureza, felicidad y verdad están en Él, visibles y disponibles para todo aquel que desea sintonizar con ellas y recibirlas.
 
 Imaginemos dos puntos de luz: uno aquí en la tierra, en el tiempo y en la materia, y el otro más allá de la tierra, en un mundo de silencio y paz. Cuando esos dos puntos conectan a través del poder del pensamiento y el sentimiento tiene lugar una unión, la cual permite un flujo de energía y la experiencia de nuestro ser verdadero. “Yo, el alma, el punto, estoy aquí y el Alma Suprema, también un punto de luz, está ahí arriba”. Sin embargo, el amor y el recuerdo traen tal proximidad que no hay sensación de distancia ni separación.
 
 Para conseguir recordar esta concesión de poder, tengo que conectarme cada día con la Fuente Suprema en silencio, de una forma más allá del ritual o el sonido. Es una conexión personal, que no requiere público ni reglas, sólo un corazón sincero. Cuando una persona es bienintencionada, su conexión del amor encaja en la toma de corriente y el yo recibe aquello que necesita, aquello que le es útil para él para crear y sostener una vida de calidad.
 
 Para acordarte de crear una vida de calidad, pregunta al yo: “¿Cuál es mi mayor ideal?”.
 Conócelo, entiéndelo, síguelo, sé ese ideal, pase lo que pase. Recuerda: consigo lo que creo.

Conectar con lo divino (I)



Seguir recordando nuestra identidad espiritual y nuestros recursos espirituales es estimulante. Una y otra vez, necesitamos recordar y volver a nuestra esencia, a nuestro valor y a nuestra fuerza original. Las palabras “Om Shanti” nos ayudan a recordar todo esto cuando se dicen amablemente y despacio en la mente, son la clave para abrir nuestros recursos espirituales y humanos.

Durante el día podemos pararnos unos momentos para reflexionar y recordar que somos pacíficos y silenciosos. Este acto de parar es como poner freno a la mente.
Observo en qué dirección van mis pensamientos, palabras y acciones y después, si es necesario, cambio de dirección o sigo yendo en la misma con más claridad y concentración.

Esta práctica de recordar se llama “control de tráfico”. Es un medio para renovar, recargar y reorientar. Cuando nos olvidamos de parar, el tráfico de la mente se hace pesado y la conducción se vuelve tensa, insoportable, estresante e irritante, ¡y nuestra mente y nuestros nervios parecen estar a punto de estallar! Para prevenir todas las explosiones y erupciones emocionales, que en último término destruyen o estropean nuestra eficacia, necesitamos parar. Éste es una aplicación práctica del recuerdo.

A un nivel profundo, el recuerdo también significa conectar el corazón y la mente con la Fuente de Energía Suprema del Universo. A través de esta conexión el yo no sólo se recarga de energía sino que también se libera de los patrones repetitivos de pensamientos y comportamientos superfluos.

A veces uno tiene las mejores intenciones, la determinación sincera de eliminar ciertos hábitos pero después de un tiempo esos hábitos vuelven. Nos encontramos atrapados, sentimos que no podemos hacer lo que quisiéramos hacer y entonces perdemos la esperanza, o incluso la voluntad de intentarlo de nuevo. El vínculo con la Fuente Suprema de Energía da al yo el poder de cambiar, de disolver y terminar con los patrones negativos.

Este vínculo, que es posible cuando hay una atención llena de amor, permite que una corriente de energía pura alcance al yo. A través de esa corriente espiritual va siendo más fácil estabilizarse en un estado positivo porque esa energía crea cambios permanentes.

Cuando recuerdo el Uno, entonces recuerdo mi propio estado original de ser y ese recuerdo crea el propósito de retornar y redescubrir todo lo olvidado, o medio olvidado, las cualidades del ser original.