lunes, 22 de julio de 2019

Silencio


Cuando el silencio es profundo y rebosante de plenitud, cuando no anhelamos ya el sonido, cuando la concentración en el Uno es completa, entonces como una flecha el pensamiento encuentra su blanco y se derrite en él. Ahí el alma humana no sólo tiene una breve visión de Dios sino que la pureza de ese Ser la absorbe, de manera total, completa y absoluta. Una vez que el alma está repleta de la luz pura que se ha convertido ahora en su ser, irradia hacia otros dicha energía en la forma de paz y amor, como un faro viviente.

El silencio es el puente de comunicación entre el Divino y lo divino del ser humano; en el silencio encontramos lo que es más preciado. El silencio espiritual es el que prepara el corazón y la mente para comunicarnos con el Uno. No se trata de una comunicación basada en palabras repetitivas ni en teorías intelectuales, como así tampoco pedir la satisfacción de deseos limitados. La comunicación sagrada es la armonía del ser original con el Uno Eterno.

(Libro EL PUNTO ALFA, de Anthony Strano)

El arte de mantener un equilibrio


El equilibrio es lo que mantiene todo en su lugar y lo mueve todo ordenadamente tanto en el mundo físico como en la vida humana. Una personalidad equilibrada es la clave para el éxito. De hecho, ser equilibrado en todos los aspectos es uno de los objetivos finales del desarrollo personal y espiritual.

La naturaleza nos ofrece maravillosos ejemplos de equilibrio. Desde la mariposa que aletea y el pajarillo que vuela hasta los movimientos planetarios en el sistema solar, todo está operando sobre el principio del equilibrio. La tierra y el cielo, el fuego y el agua, todos los ciclos de energía operan sobre el principio del equilibrio.

En términos espirituales, el equilibro es la habilidad de posicionarse ante la vida desde una perspectiva clara y realizar la acción adecuada en el momento preciso. Una persona equilibrada será capaz de apreciar la belleza y el significado de cada situación, sea favorable o adversa. Tendrá la habilidad de aprender de la situación y avanzar con sentimientos positivos. Así como hay una descarga o cortocircuito cuando se rompe el equilibrio de los polos positivo y negativo en un circuito eléctrico, de forma similar, cuando perdemos el equilibrio en nuestra vida, también se descarga nuestra batería interna.

Ser equilibrado significa estar siempre alerta, plenamente enfocado y tener una visión amplia. El equilibrio viene a través de un entendimiento profundo, de la humildad y de la tolerancia. Viene de la comprensión de que aunque la vida está llena de altibajos, debemos mantener siempre una conciencia elevada. Así evitamos la reacción, las prisas o la excitación, y elaboramos una respuesta calmada, fácil y madura para cada situación. El estado de equilibrio más elevado es volar internamente con plena libertad y, a la vez, tener los pies firmemente en el suelo de la realidad.

En este estado somos capaces de mantener bienestar y confort espiritual, más allá de la influencia de la alabanza o del insulto, de la alegría o del pesar, de la victoria o de la derrota, de la ganancia o de la pérdida. Cuando la alabanza venga a nosotros hemos de aceptarla graciosamente, de forma liviana, y liberarnos pronto, preparados para empezar de nuevo. Cuando sea el insulto lo que venga a visitarnos, hemos de mantenernos anclados en la sabiduría, tan libres y a salvo que podamos pensar en profundidad y aprender una lección o hallar una solución.

El equilibrio viene de un profundo entendimiento de las leyes divinas que operan en el universo y de permanecer constantemente anclado en estas verdades eternas a través de los altibajos de la vida. Una mente serena y un intelecto divino constantemente nutrido con el amor de Dios y la sabiduría ayudan a mantener un equilibrio constante en la vida.

Una perspectiva espiritual y un vínculo mental con Dios en la meditación ayudan a desarrollar el correcto equilibrio entre la cabeza y el corazón, las emociones y la lógica, el amor y el desapego, la seriedad y la liviandad, la madurez y la jovialidad.

Honestidad


Honestidad es la conciencia clara “ante mí y ante los demás”. Honestidad es el reconocimiento de lo que está bien y es apropiado para nuestro propio papel, conducta y relaciones. Con honestidad, no hay hipocresía ni artificialidad que creen confusión y desconfianza en las mentes y en las vidas de los demás. La honestidad conduce a una vida de integridad, porque nuestro interior y exterior son reflejo el uno del otro.

Honestidad es hablar de lo que se piensa y hacer lo que se ha dicho. No hay contradicciones ni discrepancias entre los pensamientos, palabras o acciones. Esta integración proporciona claridad y ejemplo a los demás. Ser interiormente de una forma y exteriormente de otra, crea barreras y puede causar daño, porque nunca podremos estar cerca de los demás ni los demás querrán estar cerca nuestro. Algunos piensan: “Soy honesto, pero nadie me comprende”. Esto no es ser honesto. La honestidad es tan claramente perceptible como un diamante sin defectos que nunca puede permanecer escondido. Su valor es visible en cada acción que realizamos.

Se necesita examinar la honestidad interna para fortalecerse y desarrollar sabiduría y estabilidad. La firmeza interna positiva crea un oasis de recursos espirituales para asegurarse y proporciona la confianza para permanecer estable en la propia autoestima. Eso es asertividad. Si internamente hay apego hacia una persona, objeto o idea, este apego crea obstáculos a la realidad y a la objetividad y las acciones no se realizan en base al interés global. El estado interno no debería estar influenciado por la negatividad de la propia naturaleza, sentimientos o peculiaridades personales. Las motivaciones egocéntricas, los propósitos ocultos y los sentimientos y hábitos negativos son manchas en el espejo de la vida. La honestidad actúa como un quitamanchas.

Una persona honesta es aquella que aspira a observar los códigos de conducta más elevados, que es leal a los principios benevolentes y universales de la vida y cuyas decisiones se basan en discernir claramente entre lo que es correcto y lo que es erróneo. Tales personas se rigen por normas que dan guía y valor para comprender y respetar las conexiones sutiles del mundo en relación con su propia vida. Una persona honesta aprecia la interconexión del mundo natural y no malgasta, abusa ni desperdicia las riquezas de los recursos destinados al bienestar de la humanidad. Una persona honesta no da por supuesto el derecho a disponer de los propios recursos, como la mente, cuerpo, riqueza, tiempo, talento o conocimientos. Honestidad significa no hacer nunca un mal uso de lo que se nos confía. Siempre debe haber interés en usar los recursos de manera adecuada para las necesidades básicas humanas, éticas y espirituales. Los recursos bien utilizados crean bienestar y se multiplican. La persona que está seriamente comprometida con el desarrollo y con el progreso mantiene la honestidad como un principio constante en la construcción de un mundo de paz, de abundancia, un mundo con menos desperdicios y mayor esplendor.

Cómo cuidar las relaciones


Tus palabras pueden impresionar a los demás. Cuando cometas un error, aprende de él. Dirán: “qué bien ha hablado, qué interesante lo que ha dicho” pero si no practicas lo que dices, no se sentirán motivados a hacer algo. Tus acciones son las que de verdad inspirarán y les mostrarán cómo hacerlo.
Cuando cometas un error, aprende de este error y decide no repetirlo y después olvídalo. Te sentirás mejor de nuevo.
Haz lo mismo con los demás. En lugar de magnificar sus pequeños errores, disuélvelos en tu mente y también ayúdales a olvidarlos. Una persona sensata no critica los errores de los demás, sino que aprende de ellos para el futuro.

El gran enemigo de la paz es el ego. El ego te hace juzgar a los demás y pensar en ellos de forma inadecuada. Te genera expectativas de que actúen según tus deseos. De esta manera olvidas que eres un estudiante y que estás aquí para aprender.

En lugar de aprender, si empiezas a dar consejos, diciendo a los demás lo que deberían hacer e intentando cambiarles, olvidas una importante lección de la vida. Sólo te puedes cambiar a ti mismo, no puedes cambiar a los demás. En cambio puedes inspirarles y ser un ejemplo para ellos.

El mundo está lleno de preocupaciones y de tristeza. Crea pensamientos y palabras que sólo den paz y felicidad y estarás brindando una cooperación única e invalorable.

domingo, 7 de julio de 2019

Relaciones armoniosas y libres de conflicto


Para generar armonía y entendimiento en las relaciones con los demás necesitamos prestar atención a los pensamientos, sentimientos y actitudes que generamos en nuestro interior.

Un método sencillo para mejorar nuestras relaciones es prestar atención a sus especialidades y virtudes. Se dice que donde se dirige nuestra atención, a eso le damos vida. Aquello en lo que enfocamos nuestra atención es lo que sin darnos cuenta empezamos a absorber y asimilar internamente. Si nuestra atención se dirige hacia los defectos y las debilidades de alguien, entonces nosotros mismos nos hacemos defectuosos. Nuestra visión y actitud se influyen por ese defecto o debilidad, y empezamos a identificar a esa persona con esa deficiencia. Esto creará dificultades y obstáculos en nuestra relación.

Si por el contrario, nuestro foco son las fortalezas, cualidades y valores positivos de la persona, no importa cuántos defectos tenga, nuestra visión y actitud será elevada y constructiva. A nivel sutil esto es como tender un puente entre ambos, la comunicación será fácil y fluida, porque la otra persona sentirá el efecto de nuestra visión positiva.

A la vez, es importante ser considerado y apreciar y valorar las opiniones e ideas de los demás. Aunque no estemos de acuerdo ni compartamos sus puntos de vista, el hecho de escuchar con respeto y no reaccionar ni rechazar lo que nos sugieren, prepara el terreno de manera adecuada para que nosotros podamos exponer nuestro punto de vista. De hecho, a nivel espiritual, no importa que nuestros puntos de vista sean diferentes, lo importante es que nuestros buenos deseos y sentimientos puros permanezcan constantes, esto es lo que sustenta y protege unas relaciones armoniosas y gratas.

Las personalidades de cada uno siempre serán diferentes, y van a seguir siéndolo, pero depende de nosotros el amoldarnos y ajustarnos, el entrar en conflicto o alejarnos y desconectar. En todo momento, lo que es importante es darnos cuenta de la opción que estamos tomando, y ser conscientes de las consecuencias de esa opción. A veces nos engañamos a nosotros mismos pensando que la causa del conflicto radica exclusivamente en el comportamiento de la otra persona, sin darnos cuenta que nuestra propia actitud interna es un componente clave en la dinámica de esa relación y de ese conflicto. Cuando cambiamos, el mundo cambia.

La vida se basa en las relaciones. La primera relación es la que tenemos con nosotros mismos. Lo que la espiritualidad nos enseña es la importancia del impacto e influencia de nuestros sentimientos, pensamientos, visión, actitud y conciencia en todo lo que hacemos y expresamos. Nos enseña a prestar atención primero a nuestro ser interno y a generar un estado de conciencia positivo y elevado. Si quiero en mi vida relaciones armoniosas y libres de conflicto, lo primero que he de hacer es generar ese estado en mi interior, hacer que mi mente, mis pensamientos y sentimientos sean pacíficos y armoniosos. Después podemos entrar en el mundo de las relaciones y veremos con alegría el impacto tan positivo que esto tiene sobre los demás.