lunes, 2 de abril de 2018

La voz de la intuición


Todos tenemos sabiduría, simplemente sucede que con frecuencia nos desconectamos de ella. La intuición nos conecta con nuestra sabiduría interna. La voz de la intuición es la voz que está alineada con las leyes universales, es la voz del alma, es la voz creativa de tu ser. Es la voz del ser auténtico y es la voz que nos puede guiar con seguridad en un período de cambio y transformación. La intuición no es un impulso. La intuición es una información sutil que procede de lo profundo de nuestro ser.

En los momentos en que se nos presentan retos, cambios o desafíos, nuestra intuición sabe lo que necesitamos. Para escucharla necesitamos distanciarnos de nuestras emociones, generadas por las situaciones que estamos atravesando. Necesitamos volver a tener confianza en nosotros mismos y en el universo. Necesitamos aceptar que hemos cometido errores, perdonarnos y seguir avanzando. Al confiar, nos fortalecemos y con confianza podemos seguir viajando para descubrir nuestro propósito, cuál es nuestra contribución a la vida.

Para tener acceso a nuestra intuición, tenemos que crear una línea clara de comunicación entre la cabeza y el corazón. La voz de la intuición viene del corazón de nuestro ser y le transmite un pensamiento a nuestra mente. Así que necesitamos despejar el camino, apartarnos momentáneamente de este juego ilimitado de la vida e ir hacia el interior.

Esta desconexión del mundo y de sus circunstancias tiene por objetivo liberar nuestra mente del constante ruido de los pensamientos mundanos, conectados con las interminables situaciones y escenas de la vida. Dejar por unos momentos que la vida siga su curso sin intervenir, entendiendo que no es necesario que estemos actuando todo el tiempo en el escenario. Podemos hacernos a un lado, mentalmente, y permitirnos esos momentos de reflexión y meditación para descansar y recargarnos.

Ahí encontraremos la quietud interior necesaria para escuchar la voz de nuestra intuición, nuestra sabiduría interna. Después podemos retornar de nuevo al juego de la vida, refrescados y con nuevas soluciones.

Aceptación


Al aceptar incondicionalmente a los demás, les ayudamos a que se quiten sus máscaras y que se encuentren a gusto tal y como son. La seguridad de ser aceptados les da la libertad de ser ellos mismos y les permite llegar a conocerse fácilmente y también a aceptarse a sí mismos.

Sólo nos podemos sentir cómodos cuando nos adaptamos a nuevas situaciones y a diferentes maneras de hacer las cosas si somos alegres y permanecemos tranquilos. A menudo nos resistimos a las nuevas ideas de los demás o a las circunstancias cambiantes debido a que tenemos celos, desconfianza o resentimiento. Si alejamos esta negatividad, empezamos a ver con una visión positiva y podemos incluir nuevas perspectivas en la vida, con un sentido de franqueza y aventura.

A medida que crece nuestra fuerza espiritual, abandonamos el hábito de preocuparnos. Para nada sirve, como no sea para llenarnos de tensión y hacernos sentir desdichados. Cuando dejo de inquietarme por cosas que están más allá de mi control, y en cambio me concentro en crear pensamientos optimistas y bondadosos, mi vida se encauza en direcciones mucho más positivas. Al encarar la vida con espíritu liviano y optimista puedo afrontar y aceptar con calma todo lo que ella me depare.

Alentar mi optimismo es el mejor modo de conservar la alegría. Para lograrlo puedo empezar el día meditando sobre cómo derramar luz y amor en las situaciones que se me presentarán a lo largo del día. Si luego me mantengo en contacto con el espíritu de Dios y con su benévola mirada, la felicidad interior que me embargará me ayudará a afrontar y aceptar cualquier situación sin sentirme agobiado.