martes, 18 de octubre de 2016

Sentimientos y realidad

Identificarnos con lo que sentimos en cada momento es algo opcional. Un error fácil de cometer es que cuando nos sentimos bien, nos vemos de forma positiva, mientras que cuando nos sentimos mal, nos vemos de forma negativa.

Sin embargo, esa es una percepción ilusoria. La naturaleza de nuestra mente es variable y así también lo son los sentimientos que se generan en el interior.

Tenemos que tener muy claro que todos estos sentimientos no son la realidad de lo que somos. Esto nos permite desapegarnos de los sentimientos.

Con conocimiento espiritual entendemos y aceptamos que somos almas, seres espirituales, y por tanto nuestra naturaleza verdadera es de amor, paz y armonía. Esta realidad del ser espiritual podemos experimentarla a través del silencio y la meditación.

A medida que ganamos experiencia sobre nuestra verdadera esencia, también reconectamos con los sentimientos puros y originales del ser.

Este proceso es esencial para darnos cuenta de que los sentimientos negativos no vienen de mi esencia sino de tendencias adquiridas y de experiencias del pasado.

Cuando aprendemos el arte de desapegarnos de nuestros propios sentimientos, disponemos de margen y espacio para dirigir, con la voluntad, nuestra mente hacia pensamientos poderosos y espirituales. Esto nos permite cambiar la calidad de nuestros sentimientos.

Con esta práctica, gradualmente, el alma va recuperando su soberanía interior. La paz y la estabilidad se hacen presentes y constantes en nuestras vidas.


La naturaleza original del ser

La clave para liberarnos de todo el pesar y desarmonía en el interior es reconocer la diferencia entre la naturaleza original del ser y la naturaleza falsa adquirida.

Cuando reconocemos esta diferencia, podemos empezar nuestro proceso de transformación con un doble foco: por un lado dejar de alimentar nuestra naturaleza falsa, desactivando los hábitos negativos que la constituyen y por otro, nutrir con la atención y la meditación nuestra verdadera naturaleza original.

La naturaleza original es la del ser espiritual, el ser de luz que anima el cuerpo físico y se expresa a través del mismo. Sus atributos fundamentales son la paz, la pureza, el amor, la felicidad, la sabiduría y el poder espiritual.

La naturaleza falsa surge de la identificación con la forma física y la personalidad limitada o ego. Sus patrones fundamentales son la arrogancia, la avaricia, los deseos, los apegos, el miedo, la pereza y la ira.

A pesar de que, sobre el papel, sería fácil rechazar tales patrones negativos, la realidad es que no siempre son tan obvios y se han enraizado tan profundamente en nuestro subconsciente que nos gobiernan sin que ni siquiera los reconozcamos. El ego o apego a una falsa identidad es la semilla de la que surge el árbol de todas esas debilidades.

Una forma de despertar conciencia y discernir de dónde provienen nuestros pensamientos, que son la semilla de las palabras y acciones, es observar si estos nos alejan de nuestro centro, o bien nos ayudan a mantenernos centrados. Nuestro centro es el estado de conciencia en el que nuestras facultades internas, la mente, el poder de discernir y nuestros hábitos y memorias, están en equilibrio y armonía. Hay serenidad y claridad.

Si los pensamientos nos llevan a espacios emocionales de agitación y desequilibrio, podemos detectar de forma inmediata que la semilla de los mismos es la naturaleza falsa e ilusoria.

Por otro lado, las tendencias adquiridas basadas en nuestra naturaleza falsa, se han hecho tan fuertes que sobrepasan con frecuencia nuestro poder de voluntad. Por eso necesitamos meditar, para reconectar con nuestra esencia y con la fuente de poder espiritual y así restablecer el equilibrio y centramiento natural del ser.

Para progresar de forma efectiva en nuestra transformación interior, la guardia de la atención constante es esencial. El fruto de vivir una vida desde nuestro centro y nuestra paz y equilibrio naturales es una vida de bienestar y satisfacción.


Instrumentos de Paz

La llamada de este tiempo es una llamada por la paz. No únicamente paz, no sólo de que finalicen los conflictos, sino una llamada para conseguir un profundo estado de calma y tranquilidad, que todas las almas recuerdan como su estado original.

Si queremos conseguir esa paz, primero debemos enseñarnos a nosotros mismos a serenarnos y entonces nos podemos volver pacíficos. Hacerse pacífico significa tomar las riendas de una mente fuera de control y detener los pensamientos dispersos. Una vez que tenemos la atención de la mente, podemos comenzar a persuadirla de que nos lleve al silencio, a un silencio verdadero. No un lugar sin sonido, sino al lugar en el que experimentamos una sensación profunda de paz y una penetrante conciencia de gran bienestar.

No es una mente vacía la que genera este estado de paz. Para entrar en este estado de profundo silencio, debemos entrenar el intelecto en crear pensamientos puros y buenos. Debemos entrenarlo para que se concentre. Nuestros pensamientos de desperdicio nos agobian. Nuestros hábitos de crear demasiados pensamientos y demasiadas palabras agotan el intelecto. Nos tenemos que preguntar: “¿Cómo puedo cultivar el hábito del pensamiento puro?”

¿Quién ansía entrar en el silencio? Soy yo, el ser interior, el alma. A medida que me desapego de mi cuerpo y de las cosas corporales, y me desconecto de las distracciones mundanas, puedo enfocarme hacia dentro, hacia el ser interior. Al igual que un lago perfectamente calmado, cuando todos los susurros del viento se han detenido, el ser interior empieza a brillar, reflejando con serenidad las cualidades intrínsecas del alma. Los sentimientos de paz y de bienestar se expanden a través de mi mente y, junto a ellos, los pensamientos de benevolencia.

Me desprendo de todos los pensamientos de descontento y vuelvo a recordar mi condición más intrínseca y genuina del ser. Recuerdo esta calma interna. Aunque no he estado aquí recientemente, lo recuerdo como mi conciencia más fundamental, y un sentimiento de felicidad y de satisfacción emerge en mi interior. En esta condición experimento que cada alma es mi amiga. También soy mi propio amigo. Permanezco en una calma profunda. Estoy en silencio y completamente en paz.

Este profundo pozo de paz es el estado original del alma. Cuando estoy en este estado, siento un flujo de amor hacia la humanidad y experimento un estado más elevado que lo que normalmente llamaría felicidad, es una condición de dicha.

Cuando esto sucede, experimento la conexión con la energía divina y el flujo del poder de Dios hacia mi ser interior. Cuando el alma y Dios están conectados, hay un poder que me alcanza y después, de forma invisible, alcanza a los demás llevando a cabo la transformación en ellos, en la naturaleza, y en el mundo.

He de entrar profundamente en esa experiencia del estado original del ser, y he de entrar en el silencio, de forma que Dios pueda hacer su trabajo a través de mi, su instrumento.


Liberarse de las preocupaciones

Las preocupaciones se basan en crear una imagen del futuro pesimista, incluso catastrófica. Esa imagen o perspectiva que generamos en nuestra mente nos genera miedo e inseguridad, pudiendo llegar a bloquearnos.

Es importante que seamos conscientes de que somos nosotros mismos quienes creamos tal imagen del futuro. Si no ponemos un punto final a tales pensamientos, es posible que nuestras preocupaciones tomen forma práctica. La causa profunda es que estamos dando energía a esa creación de la mente.

Por el contrario, tenemos que imaginar sólo el futuro más brillante y así atraer nuevas y positivas posibilidades. Y junto a vislumbrar un futuro más luminoso, tomar acción positiva en relación al asunto o situación que ha causado nuestra preocupación.

Como la misma palabra expresa, se trata no de pre-ocuparse, sino de ocuparse. Es decir, enfocar nuestros esfuerzos y atención en las soluciones, en las opciones constructivas y no permitir ni que por un segundo la mente vuelva a su hábito de preocuparse.

Mirándolo desde otro ángulo, las preocupaciones a menudo son excusas para no hacer lo que realmente tenemos que hacer. Es obvio que con las preocupaciones no podemos resolver ningún reto que se nos presente.

Por tanto, enfoquemos nuestra atención en el presente y actuemos con iniciativa y con el entendimiento de que una mente calmada y libre de preocupaciones es la clave para encontrar la solución a todas nuestras dificultades.


jueves, 1 de septiembre de 2016

Tomar control de nuestro interior

La meditación nos ofrece poderosas herramientas mediante las cuales podemos mejorar nuestro carácter. Esto es debido a que practicando la meditación, aprendemos a no reaccionar simplemente a los estímulos externos, sino que desarrollamos la habilidad de observar qué es lo que sucede en la mente y ejercitamos la capacidad de crear pensamientos de mayor calidad.

Hacemos esto a través del intelecto. El intelecto toma las riendas de la mente y elige la dirección de los pensamientos. Cuando realizamos esto repetidamente de una forma consciente – dejar que el intelecto controle el proceso de creación de los pensamientos – nuestras tendencias más arraigadas de la personalidad empiezan a cambiar. El intelecto significa nuestro entendimiento y comprensión, la capacidad de análisis y discernimiento del alma.

La conciencia del alma es la llave para estar en control de lo que sucede en nuestra mente. Si creemos que nuestros pensamiento y sentimientos, incluyendo la conciencia que tenemos de nosotros mismos, son simplemente consecuencias de procesos cerebrales, significa que perdemos la llave. Cuanto más se atrape nuestra conciencia en la identidad física, más difícil nos será disciplinar nuestra mente.

En la meditación, cuando emergemos el entendimiento de que somos un alma y nuestro intelecto acepta y absorbe esta conciencia, podemos reconocer que los pensamientos son nuestra propia creación, y que tenemos la capacidad de elegir qué clase de pensamientos queremos crear. Nos damos cuenta de que nuestro estado natural de conciencia es el de ser amos de nuestra mente y empezamos a tomar las riendas y el control de lo que sucede en nuestro interior.

Para ilustrar este proceso, veamos un ejemplo de una situación en la que no tenemos mucho control: si nos hemos enfadado y nuestro cuerpo está en un estado de trastorno. Nuestra presión sanguínea sube, el corazón palpita velozmente, el sistema digestivo está agitado y los niveles de colesterol suben, junto a todas las hormonas de estrés que acompañan estas reacciones.

Además de todo eso, empezamos a sentir que se aproxima una ola de remordimiento. Hemos hecho esto antes suficientes veces como para conocer las repercusiones de nuestro comportamiento. Hemos estropeado relaciones y empeorado las situaciones a través del enfado y el malhumor. Hay pesar, culpabilidad y desesperación debido a nuestra falta de control, una crisis de confianza en el ser, y hay miedo acerca de nuestro futuro.

Afortunadamente, un rayo de luz puede atravesar con su brillo esta oscuridad. Eso sucede cuando, en un instante, recordamos y tomamos conciencia de que, de hecho, somos un alma. Incluso mientras estamos atrapados en la agitación de la situación, podemos usar nuestro intelecto para restablecer en nosotros, consciente y deliberadamente, la conciencia de ser un ser espiritual, un punto de energía brillando en el interior, detrás de los ojos. En ese momento somos capaces de acceder a la profunda base de paz interior. Sentimos y sabemos que somos paz. A medida que esta experiencia crece, penetra en todo nuestro sistema. La calma y la estabilidad se restablecen tanto en el cuerpo como en la mente.


Amor espiritual

Para Amor espiritual, tal como indica el mismo término, tiene que ver con el espíritu, el alma. El amor espiritual no se basa en la belleza física, en el estatus, en el rol ni en las posesiones, sino en la esencia, es el amor del espíritu hacia el espíritu.

En este sentido, el amor espiritual es esencial para el desarrollo de una sana autoestima, ya que una manifestación fundamental de tal amor es el amor hacia el propio ser, hacia uno mismo. Amor hacia mi propia esencia, hacia mi ser de luz. Este amor se vuelve más natural y espontáneo a medida que desarrollo un mayor conocimiento de mí mismo.

Mediante la meditación redescubro las cualidades puras y originales de mi ser espiritual: la serenidad, la estabilidad, la felicidad, entre muchas otras. Experimento que mi esencia está llena de belleza y bondad. Aunque con el paso del tiempo he desarrollado patrones de personalidad no tan positivos ni hermosos, aprendo a vivir más conectado con mi esencia y a desarrollar el coraje y la determinación de transformar esos patrones perjudiciales.

No me identifico con los mismos y así puedo mantener mi auto-respeto.

El amor espiritual también está presente en las relaciones cuando miro a los demás como almas, como seres espirituales. En el centro de la frente de cada ser humano brilla una estrella espiritual, el alma. Manteniendo esta visión, también mantengo en mi consciencia que la persona que tengo enfrente, en el fondo, también es un ser de luz y de paz. A través del tiempo y de las acciones realizadas, ha desarrollado una personalidad y unos patrones, algunos positivos y otros definitivamente negativos y perjudiciales, pero aprendo a discernir y discriminar que esos patrones no son su esencia, no son su naturaleza verdadera. Entonces puedo tener amor espiritual de forma natural y fluida, ya que mi visión va más allá de lo externo, de lo obvio, se vuelve más sutil y conecta con el verdadero ser. La otra persona también percibe esta energía del amor y las relaciones se llenan de armonía y sinceridad. Desde la consciencia del alma es fácil hablar clara y honestamente con los demás, debido a que detrás de todo lo que decimos subyace una base de buenos deseos y sentimientos puros.

La experiencia más elevada de amor espiritual es la experiencia del amor divino, mediante la conexión a través del silencio con Dios, el Océano del Amor. El amor divino transforma y purifica el alma. No importa cuán áspero y duro se haya vuelto el corazón, el amor divino derrite la piedra y la transforma en agua. El amor divino hace a las almas cooperativas y las une en el lazo de la unidad y la armonía. Sumergiéndonos en el silencio de la meditación en el Océano del Amor, el alma se llena y se convierte en un río de amor espiritual, capaz de compartir amor con los demás a través de cada mirada y cada acción.


domingo, 7 de agosto de 2016

Humildad y grandeza

La humildad es un signo de grandeza. Cuanto más humilde es un alma, automáticamente se hará grande en los corazones de todos. Sin hacernos humildes no podemos convertirnos en donadores de felicidad para todos.

La humildad es el antídoto para el ego. Las semillas de la humildad automáticamente nos permiten obtener el fruto de la grandeza. La humildad, de forma fácil, nos hace cercanos al corazón de todos. La humildad se expresa a través de la actitud, de la visión, de las palabras y se manifiesta especialmente en las relaciones con los demás.

Si hay ego en la actitud, surgen palabras erróneas y la visión es de arrogancia. El ego nos aleja del corazón de todos, crea separación y muros entre las personas.

La humildad es un signo de fortaleza y poder espiritual. Sólo un alma poderosa puede realmente ser humilde. El estado espiritual preciso es de equilibrio entre el auto-respeto y la humildad. Humildad no tiene nada que ver, como piensan algunos, en sentirse menos que los demás. El alma que tiene verdadera humildad, es consciente de la grandeza de su ser y de sus cualidades, pero al mismo tiempo reconoce y valora la grandeza y las cualidades de los demás. No necesita demostrar nada, sabe que su ser verdadero se revela de forma automática a través de su actitud, palabras y acciones.

La humildad es la base de la renovación, el cambio y la transformación. Cuando somos humildes, nos es fácil reconocer y aceptar lo que tenemos que cambiar.
Nos permite aceptar con actitud positiva la crítica y la corrección.

Con humildad podemos avanzar rápido en el proceso de nuestra transformación espiritual.


Actitud consciente del alma

De acuerdo a nuestro estado de conciencia, de forma automática generamos una actitud, y ésta a su vez, determina la visión que tenemos de la realidad y del mundo.

Cuando nuestra conciencia está muy atascada en el mundo material, desarrollamos una visión que se enfoca en las diferencias visibles, una visión que compara y fragmenta las cosas. Nuestra actitud interna se influye por la dualidad, hay cosas que nos agradan y nos atraen y cosas que nos desagradan o incluso rechazamos.

Verme como un alma me ayuda a desidentificarme de mi forma física y de todas las diferencias que percibo a través de una visión material del mundo. También me ayuda a ir más allá de factores externos como nacionalidad, cultura, status social, religión, etc.

El estado natural del alma es de amor espiritual. Tal clase de amor no puede existir en una conciencia basada en la dualidad. Esto significa que cuando conectamos con la conciencia del espíritu eterno, del alma inmortal y nos estabilizamos en ese estado, desarrollamos de forma natural la actitud asociada consciente del alma. Nuestra visión del mundo y de los demás cambia de forma radical.

Ver a los demás fundamentalmente como almas significa experimentar un flujo constante de amor espiritual y buenos deseos hacia todos, independientemente de su aspecto, estatus, rol, cultura, etc. De esta forma, desarrollamos la verdadera conciencia de hermandad y de pertenencia a una familia espiritual mundial, en la que todas las fronteras y límites externos se disuelven.

Así es como experimentamos el anhelado logro de la unidad en la diversidad.


miércoles, 22 de junio de 2016

Entusiasmo

Cuando se presentan problemas en nuestro camino, tendemos a sentirnos pesados debido a la carga de los pensamientos negativos. La pesadez en la mente nos impide avanzar con entusiasmo y hace que sea difícil inspirar a los demás.

Siempre que me encuentre con una situación difícil, necesito hacer un esfuerzo especial para mantenerme libre y liviano. Cuanto más entusiasta sea, más progresaré. Mi actitud inspirará a los demás también.

Un método para generar entusiasmo es considerar la vida como un juego. A veces las diferentes escenas del juego son fáciles de manejar. En otras ocasiones, la vida nos presenta retos. Considerar tales escenas como retos a superar activa nuestra creatividad y recursos para superarlos y seguir jugando el maravilloso juego de la vida, a la vez que inspiramos a los demás con nuestra actitud positiva y entusiasta.

El entusiasmo nos proporciona coraje, que nos ayuda a usar nuestros talentos únicos para beneficiar a los demás. Entonces empezaremos a descubrir nuevos recursos en nuestro interior, que pueden utilizarse para el beneficio de todos.

Quien está lleno de entusiasmo inspira a los demás y les ayuda a progresar.


Estar presente

Habitualmente culpamos a nuestra fortuna cuando las cosas van mal. Nos quejamos de que la vida es injusta, o nos arrepentimos de acciones del pasado que han provocado la situación actual. Sin embargo, pensar demasiado en lo que fue mal en el pasado significa que no podemos experimentar plenamente el presente.

En lugar de maldecir mis acciones del pasado, necesito sacar el máximo provecho del presente. Lo que sea que haga hoy, me beneficiará ahora, así como en el futuro. Necesito prestar atención de forma que lleve a cabo las acciones correctas y pueda crear la mejor fortuna para mí mismo.

Entender la importancia de mis acciones es crear mi propia fortuna.

A la vez, cuando celebramos, solemos olvidarnos de nuestras preocupaciones durante un cierto tiempo y disfrutamos de la compañía de las personas que nos rodean. Lo que sucede es que una vez que se acaba la celebración, volvemos a nuestros pensamientos rutinarios. Considerar la celebración como algo temporal significa que con frecuencia no disfrutamos tanto de la vida como deberíamos.

La verdadera celebración significa disfrutar de la belleza y alegría de cada momento. Celebrando cada momento mantendremos el entusiasmo en la vida. Dejaremos de buscar ocasiones especiales para estar felices y en lugar de ello usaremos cada momento de la mejor manera.

Celebrar es disfrutar de cada momento.


lunes, 23 de mayo de 2016

Amor

Con frecuencia, en las relaciones tenemos expectativas de las personas cercanas. Sentimos que como las queremos, tenemos derechos sobre ellas. Debido a nuestras expectativas no somos capaces de darles espacio para que sean libres de expresarse abiertamente y de decidir lo que necesiten.

Cuando experimentamos amor verdadero podemos generar el ambiente correcto para los demás de forma que puedan crecer y progresar en sus vidas.

Para ello, practiquemos a partir de hoy el no aferrarnos a quienes amamos ni tener expectativas de que hagan todo de acuerdo a nuestras necesidades, sino en lugar de ello, darles verdadero apoyo.

El amor proporciona el entorno adecuado para que todos crezcan.

Cuando estamos llenos de amor hacia todos, no hay espacio para la negatividad. Este amor altruista significa que sólo tenemos pensamientos positivos y experimentamos felicidad constante.

Una práctica muy beneficiosa es empezar el día pensando en todas las personas con las que voy a entrar en contacto. Entonces, generar internamente la intención de ser amoroso por igual hacia todas ellas. Descubriremos que podemos aceptar a los demás tal y como son y mantener buenos deseos hacia todos.

Quien está lleno de amor está siempre feliz.


Punto final

Poner un “punto final” en nuestra mente a ciertos eventos de la vida no es tan fácil a veces y a menudo lo que insertamos es una coma, un signo de exclamación o un interrogante. ¿Por qué nos cuesta tanto, a veces, aplicar este diminuto punto y seguir avanzando?

La mejor forma de disfrutar de una historia o una lectura es hacer paradas frecuentes. Esto nos permite un momento para digerir lo anterior y prepararnos para lo siguiente. Podemos comprender el punto final como el principio de un nuevo pensamiento, no sólo el final del viejo. Es una oportunidad de empezar algo nuevo. Mirar hacia delante y no hacia atrás. Aprender del pasado y soltar. La única forma de cambiar el pasado es crear un mejor futuro.

Entender que esta obra de la vida entera está constituida por un importante número de actores interpretando sus papeles a la vez en el mismo escenario reduce la reactividad y los pensamientos inútiles. Hoy puede que alguien interprete un papel brillante y mañana, esa misma persona, puede que interprete un papel lleno de errores y defectos, sin embargo, simplemente están interpretando su papel. Podemos condenar el acto, pero no al actor. No confundamos el rol y el traje con el alma. La meditación Raja Yoga nos enseña que cada alma en su naturaleza original es pura y divina. Miremos el estado original, el alma, no aquél que está en proceso sobre el escenario.

Poner un punto final significa aplicar los frenos en la mente. Así nuestros pensamientos pasan a un estado silencioso y contemplativo. Tenemos que revisar a lo largo del día cuán a menudo somos capaces de aplicar este punto final a las diversas historias que circulan por nuestra mente, a fin de que podamos experimentar paz y tranquilidad.

Es hora de aprender a poner un punto final completo. Aprender del pasado, soltar y empezar un nuevo capítulo de nuestra vida, fresco y lleno de luminosas posibilidades.


lunes, 11 de abril de 2016

Aceptación, alegría y amor

Al aceptar incondicionalmente a los demás los ayudamos a que se despojen de sus máscaras y se sientan a gusto con lo que son. La seguridad de que se los acepta les da la libertad de ser ellos mismos, y con ello pueden llegar a conocerse fácilmente y a aceptarse a sí mismos.

Alentar mi optimismo es el mejor modo de conservar la alegría. Para lograrlo puedo empezar el día meditando sobre cómo derramar luz y amor en las situaciones que se me presentarán a lo largo del día. Si luego me mantengo en contacto con el espíritu de Dios y con su benévola mirada, la felicidad interior que me embargará me ayudará a afrontar cualquier situación sin sentirme agobiado.

A medida que crece nuestra fuerza espiritual, abandonamos el hábito de preocuparnos. Para nada sirve, como no sea para llenarnos de tensión y hacernos sentir desdichados. Cuando dejo de inquietarme por cosas que están más allá de mi control, y en cambio me concentro en crear pensamientos optimistas y bondadosos, mi vida se encauza en direcciones mucho más positivas. Al encarar la vida con espíritu liviano y optimista puedo afrontar con calma todo lo que ella me depare.

Todos deseamos que nos amen por lo que somos. Cuando amo plenamente a los demás, refuerzo su autoestima y ayudo a que ellos a su vez traten con amor a los otros. Aunque no vea resultados inmediatos, el amor siempre está actuando. Si sólo doy mi amor a una o dos personas, éste acabará por extinguirse. Si aprendo a llenar mi corazón de amor y a brindárselo en silencio a todo aquel que encuentro, el amor embellecerá cada rincón de mi vida.

Si comienzo cada día meditando en silencio y colmando mi mente de pensamientos positivos y llenos de amor, poco a poco desalojaré todo cinismo y hostilidad. Mi espíritu debe ser tan hermoso y acogedor que Dios mismo quiera venir a visitarme.


Cuando cambiamos, el mundo cambia

Al enfocarnos en nuestro propio espacio interior, podemos ir desarrollando conocimiento y claridad acerca de nuestra verdadera identidad. De esta manera podemos diferenciar lo que hacemos, es decir, nuestros roles, de lo que realmente somos. Así, al conocernos mejor, nos daremos cuenta de que la manera en que nos vemos a nosotros mismos influye sobre la manera en que vemos el mundo. Si cambio la visión de mí mismo, el mundo cambia.

Si quiero conocerme, debo aprender a observarme. Conocerme significa darme cuenta de que la forma en que me veo a mí mismo, influye en mi percepción del mundo que me rodea. Conocerme significa tomar conciencia de la diferencia entre cuerpo y alma, entre ser y humano, entre forma y contenido. Conocerme me permite retornar a la realidad de mi paz interior inherente y volver a experimentar amor genuino y espiritual hacia mí mismo y - como consecuencia - hacia quienes me rodean.

Siempre que sea posible, apartémonos aunque sea por tan sólo unos momentos, del mundanal ruido y enfoquémonos en nuestro interior. Es en el silencio de este viaje interior donde nos daremos cuenta de cuál es nuestra verdadera naturaleza original y qué realmente es la de un ser de paz: en paz con nosotros mismos y en paz con el mundo que nos rodea. A partir de este encuentro con nuestro ser verdadero, podemos proyectarnos hacia nuestras relaciones y responsabilidades, en nuestro hogar y en el trabajo.

Una experiencia que tendremos de forma natural es que al cambiar nuestra percepción de nosotros mismos, cambia nuestra percepción de los demás.
Empezamos a sentir y verles como almas, seres espirituales, interpretando sus diversos roles en esta obra ilimitada de la vida. Comprenderemos que también son en esencia seres de paz, de amor, aunque en muchos casos se han olvidado de lo que son. Al cambiar nuestra visión, nuestra actitud cambia, y en consecuencia lo hacen nuestras palabras y comportamientos. Podremos observar como la armonía se instaura como la base de nuestras relaciones con los demás.

Cuando cambiamos, el mundo cambia...


domingo, 27 de marzo de 2016

El poder del desapego

Cuando la energía de nuestra consciencia esta fuera de control, la mente está en un estado de agitación. Nos gobiernan las emociones. La solución es desapegarse de las tormentas internas, separarse y observar el huracán, dejando que pase. La observación desapegada retira la energía que tus emociones requieren para sustentarse.

Por ejemplo, la ira es una condición en la que la lengua trabaja más rápido que la mente. Decimos cosas sin pensarlas, bajo la presión emocional del enfado o la reacción. Cuando nos desapegamos y observamos nuestra propia ira, ésta muere. Si no nos desapegamos de ella y la observamos… entonces será nuestra dueña.

Por otro lado, necesitamos poder para permanecer libres de la influencia de los demás. El desapego es este poder. Si no podemos permanecer desapegados de las influencias, no podremos mantener los pensamientos bajo control. A partir de ahí se generará una espiral descendente hasta que todo rastro de bienestar interior se pierda.

El primer paso en el desapego es comprender quién eres como entidad espiritual. Esto te permite “desapegarte” de tu identidad física, y todo su mundo de pensamientos y sentimientos limitados, y en lugar de ello “apegarte” a tu personalidad espiritual, el ser de paz, fortaleza y estabilidad.

Un día normal siempre estará lleno de desafíos hacia este desapego. Por un lado estará tu conciencia espiritual, pero por el otro estará la atracción hacia los seres humanos y el mundo material. El desapego no quiere decir alejarse del mundo material, sino simplemente permanecer consciente de ti mismo como ser espiritual mientras estás en el mundo e interpretas tu papel. El desapego simplemente significa mantenerte centrado en tu espiritualidad.


Un corazón generoso, una mente generosa

Tener una mente generosa significa tener en cada actividad un gran corazón. Tener un gran corazón significa tener constantemente buenos deseos hacia los demás y a que avancen mediante tales buenos deseos.

Tener un corazón generoso significa tener el sentimiento de ser un donador y donar las especialidades, las virtudes y los poderes que se han obtenido. Donar la riqueza del conocimiento espiritual a través de las palabras es un acto valioso, pero aún lo es más ser cooperativo en donar las propias virtudes. Ser cooperativo en capacitar a que los demás se hagan virtuosos a través de las virtudes del ser, ser cooperativo en llenar a los demás con especialidades, esto es lo que significa ser un gran donador, el que tiene un gran corazón, un filántropo.

¿Cuáles son las características de un alma con tal mente generosa? Se darán tres características especiales. Tal alma estará libre de tres cosas: los celos, el rencor y la naturaleza de criticar a los demás, o burlarse. Liberarse de estas tres cosas para siempre se conoce como tener una mente generosa.

Los celos generan angustia en el ser y trastornos en los demás. Así como a la ira es como un gran fuego, los celos también son un fuego.

El rencor nunca le permite al alma la experiencia de ser quien tiene pensamientos puros, o quien tiene buenos deseos hacia los demás. El rencor hace que el ser caiga y hace caer también a los demás.

De la misma forma, criticar a alguien, sea como una broma o seriamente, también significa dar pesar. Es como si alguien está caminando y le empujas o le haces la zancadilla y le haces caer. Si a alguien se le hace caer de esta forma, sea pequeña o grande la herida producida, eso le hará perder coraje y le hará seguir pensando acerca de esa herida. Mientras esa herida dure, seguirá recordando a quien le ha infringido esa herida. Eso no es algo pequeño. Es muy fácil hablar sobre alguien, pero incluso la herida infringida como una broma adopta la forma de pesar. Esto se acumula en la cuenta personal de dar pesar a los demás.

El alma con mente generosa y corazón generoso no tendrá estas tres cosas. Tal alma tendrá amor por servir y elevar a los demás. La base para tener éxito constante en el servicio es la generosidad.


martes, 15 de marzo de 2016

Pautas para superar la ira

La ira es una reacción emocional, que altera nuestra paz de la mente y tiene consecuencias dañinas para el ser y para los demás.

Pautas para superar la ira:
- Recuerda que la naturaleza original del alma es la paz. La ira es un patrón de comportamiento aprendido que, con práctica, se puede cambiar.

- Entrénate para respirar profundamente desde el diafragma, especialmente en situaciones potencialmente estresantes.

- En lugar de reaccionar, responde a las personas, situaciones y circunstancias que disparan tu ira.

- Recuera que nadie puede hacer que te enfades. Es una elección que tu tomas. Está la forma pacífica y asertiva o la forma de ira.

- Reconoce, acepta y suelta las heridas del pasado, la amargura y el resentimiento.

- Cuídate. Asegúrate de que te das suficientes horas de sueño y también ejercicio. Evita las películas y juegos violentos y la dependencia de sustancias que alteran tu estado de ánimo, tales como los cigarrillos y el alcohol..

- Dedica con regularidad tiempo para tu ser y desarrolla tu fortaleza interna y paciencia a través de la reflexión silenciosa y la meditación.

- Repite en tu mente la afirmación “soy un ser pacífico” con frecuencia a lo largo del día y, especialmente, cuando te empiezas a sentir el enfado.


Lecciones del tiempo

Para convertirnos en dueños del tiempo tendremos que aprender lecciones sobre cómo valorar cuán precioso es el tiempo. Al igual que con cualquier recurso valioso podemos practicar cómo ahorrar y utilizar el tiempo con sabiduría en nuestra vida diaria.

Respetar el tiempo…
Cuando comprendemos el valor de nuestro propio tiempo, tenemos consideración natural por el tiempo de los demás.
La presteza revela modales nobles, y la puntualidad es la práctica de los príncipes. Con maestría en el entendimiento del tiempo, podemos mostrar afectuosamente la tolerancia hacia las personas jóvenes que sólo han dispuesto de un poco de tiempo, y paciencia hacia los mayores cuyos cuerpos han estado a su servicio durante un largo tiempo.
Podemos aprender tal paciencia y tolerancia del ejemplo de Dios, nuestro propio Padre.

Hazte amigo del tiempo…
Mantener una apreciación constante del momento presente es ser amigo del tiempo, ir llevando el paso con sus movimientos, estar siempre preparado para lo que sea que el próximo momento pueda traer.
El tiempo no espera por nosotros, así que necesitamos estar alertas y seguir su ritmo. A medida que avanza, la Naturaleza devuelve el eco de la llamada del tiempo. Los elementos revelan cómo el mundo envejece. Pero la semilla del futuro está plantada.
En el silencio y la quietud podemos salir del tiempo, observar con desapego qué ha sucedido, qué está sucediendo y qué va a venir a medida que la gran obra de los eventos se revela.
En ese momento de quietud cuando el tiempo está inmóvil, podemos conectar la conciencia del alma con el Alma Suprema. Experimentamos la profunda dicha y satisfacción de la atemporalidad, un momento de conexión más allá del tiempo. Un sabor de la eternidad. Y con esta conciencia, retornamos, y volvemos al tiempo y a la historia para interpretar nuestro papel.

Pasar tiempo…
…en silencio

Ahora es el momento de ir más allá de las palabras al silencio y experimentar la belleza atemporal de la paz. En este estado de conciencia, el alma individual puede salir del momento limitado y encontrarse con el Alma Suprema en la tierra más allá del tiempo. Simplemente unos pocos segundos de este estado eterno e interminable permanecen con nosotros durante un largo tiempo. Podemos retornar de esa conciencia y traernos la experiencia de la intemporalidad. Podemos traerla a la memoria en cualquier momento que elijamos, ya que entonces el recuerdo de Dios se vuelve fácil y natural.

… con nosotros
Ahora es el momento de mirar directamente en el espejo de nuestros corazones, para ver claramente la pureza de nuestros pensamientos y acciones. Es tiempo de preguntarnos: si el tiempo fuera a acabarse ahora ¿está saldada mi cuenta con todos? ¿He desarrollado paz en mi interior? ¿He convertido la paz en mi posesión personal?

… con Dios
Ahora es el momento de pasar todo el tiempo con Dios, desde que nos despertamos en las horas tempranas de la mañana. Es tiempo de enfocar nuestras mentes constantemente en el recuerdo de Dios, de forma que todos nuestros momentos se usen de una forma digna. El tiempo pasado en tal recuerdo conforta el alma que ha estado separada de Dios durante tal largo tiempo.
A medida que aprendemos a elegir cómo pasar el tiempo, nos convertimos en amos del tiempo.


martes, 26 de enero de 2016

Calma, paz y concentración

Cuando mantengo un estado de calma interior evito ser esclavo de mis emociones. Asimismo ello me ayuda a conservar la calma cuando los demás se acaloran y se irritan. Tener calma no significa mantenerse distante o despreocuparse. Por el contrario, requiere una naturaleza profundamente bondadosa y conciliadora, y servir a los demás del mejor modo posible.

Aceptar las responsabilidades sin sentirse agobiado por ellas puede parecer algo difícil de lograr. No obstante, es posible si me mantengo en contacto con mi ser interior y mi fuerza interna. Si confío en ellos, los valores y principios espirituales actúan como una mano invisible que guía todos mis pasos en la dirección apropiada. Cuando soy consciente de la acción de esta fuerza, puedo aceptar responsabilidades y cumplir con ellas sin que me inquiete el resultado. Sin duda los frutos serán así provechosos.

Si quiero llevar la paz a los demás, la primera lección que debo aprender es dejar de estar en guerra conmigo mismo. Durante la meditación me retiro al refugio interior de mi alma y me regocijo con el tranquilo fluir de los pensamientos de amor que pasan por mi ser. Sólo cuando he acallado la turbulencia de mi propia mente puedo estar en paz con el mundo. Cuando he alcanzado cierto grado de paz interior, logro oír la voz de mi sabiduría y sé cuándo y dónde aplicar mi energía para mayor beneficio de todos.

Cuando me enfrento con urgencias, plazos y problemas debo resistir el impulso de inquietarme y saltar de una cosa a la otra, o bien de irritarme o de culpar a los demás, lo cual me restará aún más energía. En lugar de eso debo intentar tener una actitud afectuosa hacia mí mismo y hacia la situación, pues ello llenará de energía mi espíritu. Una actitud afable y comprensiva hacia la vida ayuda a mantener la mente clara y concentrada y a alcanzar un nivel más elevado de inteligencia espiritual.


Gobernar la mente

Una de las metas más elevadas en nuestro progreso espiritual es recuperar la soberanía interior, es decir, que el alma gobierne su mundo interno: la mente, el intelecto y las tendencias.

En particular, es la mente la que hace que fluctúe el estado de soberanía. El alma es el soberano y la mente es su ministro, sin embargo a veces es la mente la que se hace soberana y somete al alma. La conciencia correcta es: yo, el alma, soy el rey. La mente no es el rey, es el ministro. Coopera conmigo. Ser constantemente el amo de la mente se describe como tener el derecho a la auto-soberanía.

Si la auto-soberanía no es constante significa que a veces tenemos un derecho y otras veces nos volvemos dependientes. Para conseguir la anhelada paz y armonía en nuestro reino interior, lo primero que necesitamos es controlar la mente. El significado de soberanía interior es que el alma tiene el poder de gobernar. Sin poder de gobernar, nuestro reino no puede funcionar.

El obstáculo más importante en gobernar nuestro reino lo constituyen nuestros viejos hábitos y tendencias basados en una conciencia falsa, la conciencia limitada e ilusoria del ego, a partir de la cual hemos creado apegos, debilidades y defectos.

Para recuperar la auto-soberanía necesito enfocar mi mente en la fuente suprema de paz y pureza, el ser supremo, y llenarme de fortaleza y poder espiritual, para estabilizarme en una conciencia elevada y recuperar la capacidad de gobernar mi mente con armonía y estabilidad.

La naturaleza original del alma es la misma que la del ser supremo: el alma es por naturaleza benevolente, benefactora, llena de buenos deseos y sentimientos puros hacia todas las almas. Esta es mi naturaleza original y la experiencia que tengo que nutrir y sustentar diariamente.