domingo, 17 de diciembre de 2017

Administración del tiempo

Administrar el tiempo con sabiduría y precisión es un arte delicado y sutil. En general, en la actividad, nos interesa aprovechar más el tiempo y conseguir resultados. La agenda personal ha sido y es un buen instrumento que nos ayuda en nuestra organización. Vamos aprendiendo el arte de asignar prioridades a las tareas, discerniendo la real importancia de las mismas. Con estas ayudas podemos sentirnos mejor encaminados para lograr una gestión eficaz de este recurso tan preciado.

Sin embargo, a medida que nos movemos en el campo de la acción, nuestra relación con el tiempo se tiñe con diferentes experiencias, no siempre positivas, en las que la percepción de falta de control sobre el tiempo va acompañada de sensaciones de estrés y tensión.

Entonces se hace importante plantearnos algunas reflexiones: ¿Se puede en verdad controlar algo en esta vida? ¿Sabemos acaso qué puede ser de nosotros dentro de un minuto? Cuanto más se quiere controlar algo o a alguien, más desperdiciamos los preciosos recursos de energía y tiempo en tratar de ejercitar ese control.

La forma en que se experimenta el tiempo va pareja al estado de la mente. El tiempo "vuela" cuando la mente vuela. Una actitud reflexiva y constructiva requiere de una mente serena y calmada. Así se ahorrará tiempo. Cuando mi mente se tranquiliza, se enriquece la acción con paz y positividad, y se siente que el tiempo se expande, mientras que una mente agitada y negativa será una fuente de imprecisiones y desarmonía en las acciones, y experimentará que siempre falta tiempo para conseguir los objetivos que se propone.

Necesitamos aprender a ir de dentro hacia fuera: primero está la semilla (nuestro estado anímico, mental y espiritual), después el árbol (la expansión de las acciones y la actividad).

Se hace preciso dedicar tiempo para conocerse y cuidarse uno mismo.
 
Esto no es egoísmo, sino un respeto genuino por el ser. Si uno no se ve a sí mismo como algo prioritario e invierte algo de tiempo para sí, tendrá que utilizar muchísimo tiempo intentando controlar y arreglar todas las situaciones externas... y sin garantías de éxito.

Dadi Janki, una sabia yoguini de India, dijo una vez: "El tiempo, los pensamientos y la energía no se deberían malgastar, si algo no es necesario, no lo hagas. El tiempo no va a esperarnos, así que, ¿porqué no utilizar nuestro precioso tiempo en ser felices? No esperes al futuro para cambiar, si no es ahora, entonces no será nunca".

La práctica del silencio y la meditación nos capacita a entrar en nuestro mundo interno y descubrir nuestras habilidades y capacidades para ser maestros del tiempo y de las situaciones.



Relaciones sanas y armoniosas

Si quieres ser feliz has de aprender a amar y apreciar, manteniendo al mismo tiempo tu independencia.

La raíz del sufrimiento, es el apego. Has creado un espacio en tu mente que mantiene a esa persona u objeto como parte de ti mismo. Cuando se critica, se desprecia o deja de estar contigo esa persona u objeto, sientes dolor en la mente, tienes el sentimiento de pérdida.

La persona sensata sabe que enfadarse con alguien es perder tiempo y energía. Después hay que esforzarse por reconstruir esa relación. Es mucho más útil, respirar profundamente, poner atención a tu actitud y responder sin apresurarte. De esta manera, mejora y fortalece tus relaciones con los demás, crea confianza y ellos perdonarán tus errores.

Para vivir en paz procura no depender de nadie, pero a la vez ayuda a los demás a que no dependan de ti. Ayúdales a ser personas independientes, libres y responsables de sus vidas. De la misma forma asegúrate de no causar pesar a nadie. Y no permitas que los demás se conviertan en una fuente de dolor para ti.

La forma más efectiva de ayudar a los demás es siempre permanecer pacífico. Conviértete en el ejemplo que los otros desean ver. Entender las situaciones es importante y te da perspectiva, pero es esencial aplicar lo que entiendes, ya que eso te da experiencia.

Si piensas que sólo tú puedes hacer algo, por que desconfías de los demás, o por que crees que eres el único cualificado para hacerlo;
1. Siempre estarás ocupado haciéndolo todo.
2. Estarás descontento de los demás, por que no hacen lo que tú quieres.
3. Te sentirás insatisfecho.
Es más efectivo invertir el tiempo en enseñar y formar a los demás. 
Logramos el éxito cuando hay cooperación.

Tus palabras pueden impresionar a los demás. Dirán: “qué bien ha hablado, qué interesante lo que ha dicho” pero si no practicas lo que dices, no se sentirán motivados a hacer algo. Tus acciones son las que de verdad inspirarán y les mostrarán cómo hacerlo.

Para crear buenas relaciones:
Con tu mente, piensa en lo que puedes aprender de los demás.
Con tus ojos, mira las cualidades de los demás.
Con tus palabras, valora, reconoce y aprecia sus logros.
Con tus acciones, colabora y haz algo por los demás.



miércoles, 6 de diciembre de 2017

Liberarse de los apegos y los deseos

El alma anhela profundamente ser libre y poderosa. Volar. Queremos recuperar el poder de controlar y gobernar nuestras vidas. Controlar nuestro mundo interior, no a los demás. Ésta es la clave de nuestro verdadero auto-respeto.

Y, sin embargo, nos asaltan las debilidades. La mente se distrae y divaga, las atracciones tiran de nosotros, las influencias externas nos afectan y descentran y así, las debilidades que alberga nuestro ser nos distancian de la experiencia de la fortaleza, el poder y la estabilidad.

Las debilidades surgen debido a los deseos y los apegos a relaciones u objetos. Ambos son la raíz de la intranquilidad y el pesar. Hasta que no nos damos cuenta de ello, la mente sigue corriendo en las múltiples direcciones que le dictan sus deseos y apegos.

La ilusión que ha hipnotizado la conciencia se basa en la creencia de que la satisfacción de esos deseos y la preservación de esos apegos me llenarán y harán feliz.

La realidad es que nuestro ser se vuelve dependiente y sumiso, incapaz de fortalecer el poder de voluntad. La voluntad danza como un títere al son de los deseos de la mente.

Tendremos un pensamiento poderoso, un pensamiento noble, un pensamiento elevado y sentiremos desde el corazón que queremos llevarlo a cabo. Sin embargo, a continuación, nuestro hábito de satisfacer los deseos caprichosos de la mente, hará que ese pensamiento elevado quede sumergido y debilitado. Pronto incluso lo olvidaremos.

Por tanto, necesitamos disciplinar la mente. Poner todos los deseos y apegos en cuarentena. Esto requiere coraje. Para ello contamos con la ayuda incógnita de la fuente suprema. Tenemos que abrirnos a la dimensión del silencio y conectar con la fuente de luz y poder espiritual. Nutrir la mente con pensamientos puros y poderosos, de forma regular y sistemática. Ésta es la medicina que gradualmente irá curando estas enfermedades, devolviéndonos nuestra auto-soberanía espiritual.



Ser consciente pero no crítico

En el camino de la meditación hay un dicho: “Ver pero no ver, oír pero no escuchar”, lo cual significa permanecer consciente de todas las realidades, incluso las negativas, pero no quedarnos atascados en ellas. Nos quedamos atascados porque reaccionamos. Reaccionamos juzgando, acusando, criticando, etiquetando. Hacemos esto porque nos sentimos amenazados por aquello que nos es desconocido o que no aprobamos. Tan pronto como juzgamos o criticamos lo ponemos todo en compartimentos a nuestra conveniencia, y eso entraña graves peligros. Debido a que vemos el error de la persona o situación decimos: “son así y se les ha de tratar de acuerdo a ello”. 

Cuando nuestra visión y actitud permanecen críticas hacia alguien, ellos permanecen tal y como son, ya que por mi parte no hay ninguna aportación de positividad que anime o permita que se produzca un cambio positivo. Hacemos eso constantemente, queriendo que los demás sean mejores de alguna forma, pero en lugar de ayudarles, teniendo fe en ellos y viendo sus buenas cualidades, las ocultamos, concentrándonos en su pasado, sus debilidades y sus errores. Nuestro enfoque se hace negativo, y aún así esperamos que cambien para mejor.

Cuando permanecemos conscientes de una forma desapegada, no pensamos en lo que está mal, sino en cómo podemos poner algo bien, contribuyendo con un sentimiento, actitud o palabra positivos. Tal contribución es un acto generoso, que en lugar de quejarse como hace la gente crítica, ofrece una solución. Una persona espiritualmente despierta mira de ofrecer soluciones, y no se complace quejándose. Madurez es ser completamente consciente, pero de igual forma que uno es consciente, mantenerse igualmente silencioso. Muchas cosas se resuelven por sí mismas si mi aportación es consistentemente bondadosa y tengo una motivación honesta.