jueves, 12 de septiembre de 2019

Responsabilidad personal


Si sucede algo que no nos agrada, con frecuencia la tendencia humana es señalar hacia fuera, buscando algún culpable. Gandhi hizo la famosa observación de que cuando señalamos con el dedo hacia alguien, de hecho, tres dedos nos señalan a nosotros. Es fácil comprobarlo. Este pequeño gesto es un indicador de que cuando empezamos a pensar que lo que sucede “allá fuera” es responsable de mi experiencia, necesitamos recordarnos que somos los creadores de nuestros propios pensamientos y respuestas. Somos responsables de lo que está sucediendo en nuestro mundo interno. Somos responsables de nuestro propio estado de paz, bienestar, felicidad y amor. Nada ni nadie son responsables de estos aspectos.

En buenos tiempos, la responsabilidad puede ser algo agradable, pero también tenemos que aceptar la responsabilidad cuando atravesamos tiempos más complicados o difíciles. El arte del pensamiento nos hace comprender que cuando no asumimos la responsabilidad de lo que sucede en nuestro interior, permitimos que las cosas externas nos influencien. Y es cuando permitimos que las situaciones externas y las personas nos afecten cuando perdemos el control sobre la calidad de nuestra propia experiencia.

En los tiempos presentes, muchas de las cosas que suceden en el mundo carecen de verdad y de belleza. Así que, por supuesto, si simplemente nos abrimos a reaccionar ante todo lo que sucede a nuestro alrededor, lo que nos va a suceder internamente no va a ser ni muy confortable ni hermoso.

Comprendiendo nuestra responsabilidad, se nos plantea el reto de tomar una decisión: o bien aceptamos toda esa negatividad o, en lugar de ello, respondemos creativamente con pensamientos positivos y respuestas de nuestro propio mundo interno.

El camino del silencio


La experiencia del silencio nos ayuda a reconectar con nuestra esencia más profunda, la que no se ve afectada por las características imperfectas que hemos adquirido viviendo en un mundo imperfecto.

Redescubrimos que nuestro ser está lleno de cualidades divinas, y percibimos todo su potencial de plenitud y bienestar. En ese estado experimentamos una ausencia total de conflictos y de negatividad estabilizándonos en un punto de profunda quietud. Es importante que nos tomemos un tiempo para llegar a ese espacio interno de silencio. Esa experiencia nos proporcionará un beneficio incalculable.

Ante todo, nos permitirá controlar mejor los pensamientos. Descubriremos, por ejemplo, que no hay necesidad de pensar tanto como a menudo hacemos, que desde el silencio vamos a obtener respuestas más claras y precisas para todo lo que necesitamos.

En segundo lugar, la experiencia del silencio nos libera de las amarras de nuestra programación y condicionamiento negativos. Experimentaremos más fácilmente la verdad de nuestra paz y dignidad internas, lo cual nos ayudará a su vez a mantener la mente enfocada.

En tercer lugar, el poder del silencio puede compartirse. A medida que aumentamos la experiencia del silencio, nuestra fortaleza puede ayudar a quienes no la tienen para que continúen en sus esfuerzos por desarrollar el ser y experimentar la paz. Nuestras reservas de silencio, sumadas a los pensamientos verdaderos y poderosos, ayudarán a los demás a liberarse de lo limitado para alcanzar lo ilimitado y lo divino.

Es muy beneficioso dejar atrás los pensamientos de temas mundanos y prácticos y las palabras y permanecer por un tiempo en silencio. Es enormemente refrescante y nutritivo, y crea hábito. El amor por la introversión espiritual, la soledad y el silencio complementa nuestra vida de una manera hermosa.