lunes, 26 de febrero de 2018

Todos somos responsables


Cuando miramos a nuestro alrededor y examinamos el estado del mundo que nos rodea, comprendemos que la situación actual con todos los problemas medioambientales es el legado que vamos a dejar a las futuras generaciones después de explotar sistemáticamente los recursos del planeta. 

Al observar tal escenario rápidamente podemos detectar la polución, el desperdició y los perjuicios que se están causando.

No tenemos, sin embargo, la misma rapidez en detectar las tendencias negativas que hemos permitido que se desarrollen en nuestro interior y que, con frecuencia, se expresan en el día a día de nuestras vidas.

A nivel de nuestros pensamientos deberíamos revisar: ¿Son de calidad benevolente, pensamientos llenos de buenos deseos para nuestros compañeros de viaje, la familia humana? O, ¿son pensamientos llenos de críticas y quejas, pensamientos que atacan y culpan?

A nivel de nuestras intenciones, ¿queremos siempre lo mejor para los demás? O, ¿están nuestras intenciones coloreadas a veces por el egoísmo y la avaricia?

A nivel de los resultados, ¿celebramos los logros que consiguen los demás o a veces nos hacemos a un lado con sentimientos de envidia o celos?

Todas nuestras vidas empiezan en nuestra conciencia. Los lagos y los paisajes de nuestra mente e intelecto son los lugares donde todos vivimos la mayor parte del tiempo. ¿Los mantenemos limpios y libres de contaminación? ¿Podemos encontrar ahí la belleza y la armonía?

Si la respuesta es negativa, entonces necesitamos enfocarnos en limpiar nuestro interior antes de condenar a otros en el exterior. Ya que todo lo que existe en el mundo que nos rodea es sólo un reflejo de lo que hay dentro!

Quizás es por eso que no se puede culpar a nadie ya que todos somos responsables.

Semillas de paz


Si plantamos una semilla de pensamientos limpia y positiva y nos concentramos en ella, le damos energía, así como el Sol da energía a una semilla en la tierra. Y tal como la semilla en la tierra despierta, se aviva y empieza a crecer, los pensamientos en los que nos concentramos despiertan, toman fuerza y empiezan a crecer. Así que sembremos pensamientos positivos.

Cada mañana, antes de que iniciemos el viaje del día, sentémonos en calma, en silencio, y sembremos la semilla de la paz. Paz es armonía y equilibrio. Paz es libertad de la carga de negatividad y desperdicio. Hagamos que la paz encuentre su hogar en nosotros. La paz es nuestra fortaleza original, nuestra eterna tranquilidad del ser.

En lo profundo de nuestra conciencia hay un oasis de paz. Es como el núcleo del alma. Es una fuente de poder interno que abastece nuestra mente e intelecto, de forma que podamos crear pensamientos poderosos, positivos y elevados y tomemos decisiones precisas. Si aprendemos a ir a este centro, la paz será nuestra compañera, la positividad nuestro socio, y seremos capaces de refrescarnos en un segundo, en cualquier lugar, en cualquier momento. Retornar al centro del ser es el viaje de un segundo. Es el destino regular de las almas sabias. Y es la fuente de nuestro poder y paz.

lunes, 5 de febrero de 2018

Desterrar el ego y liberar la generosidad


Ego no es sólo ser orgulloso. El ego está presente en cada instante en el que sentimos algún tipo de miedo, o nos escuchamos a nosotros mismos diciendo “¡Eso es mío!”. La verdad, sin embrago, es que nada es “mío” o “tuyo”, todos somos depositarios, y el miedo sólo está presente donde está la voz del apego. Así que donde hay ego, hay apego, y donde hay apego, hay miedo. Y donde hay miedo no puede haber amor, y donde no hay amor hay miseria. Por eso hay tanta infelicidad en el mundo. Desapeguémonos de todo y desterraremos el ego, el miedo se desvanecerá, sólo entonces puede retornar el verdadero amor, y nuestro más antiguo amigo, la felicidad, sentirá que puede reaparecer en nuestra vida de forma segura.

El ego también nos hace sentir que necesitamos conseguir muchas cosas. Pero la verdad es que no necesitamos nada. Ya tenemos lo que necesitamos. Los problemas surgen cuando pensamos que tenemos que quedarnos todo lo que recibimos. Todo lo que nos llega en la vida no es para que nos lo guardemos, es para darlo. Y cuando damos, conseguimos. En lo profundo de nuestro interior, todos conocemos esta verdad eterna. Es una de las leyes naturales del universo. Pero se nos condiciona a pensar lo opuesto. No sorprende que haya una gran falta de fe. No la fe religiosa, sino la fe de que el universo nos proporcionará todo lo que necesitamos, en el momento adecuado y de la manera correcta.

Así que empieza hoy: da, da, da. Tiempo, energía, apoyo, cuidado, cooperación. ¿En cuántos niveles ves la oportunidad de dar? Y la paradoja se revelará ante ti: cuando das, te darás cuenta de que ya tienes todo lo que necesitas.

Valores y virtudes


Solemos pensar que el mundo sería un lugar mucho más agradable si todos nos rigiéramos por valores humanos elevados y espirituales. Pero es muy poco lo que hacemos para ayudar al florecimiento de tales valores, ya sea en nuestro hogar, nuestra comunidad o nuestra sociedad. El secreto para lograrlo es regir nuestra vida por los valores en que creemos, y hacerlo de tal modo que no sólo los valores hablen por sí mismos sino que también influencien a los demás. Veríamos entonces cómo todo parece cambiar mágicamente a medida que los valores enriquecen nuestras relaciones y aumenta nuestra capacidad para hacer que en nuestra vida y la de los demás sobrevengan cosas buenas.

De hecho, los valores sólo adquieren importancia cuando los hacemos nuestros consciéntemente e intentamos vivir de acuerdo con ellos. De nada sirven si los mantenemos confinados en el mundo de las ilusiones, a la espera de tiempos mejores. Los valores son guías para la conducta y debemos dejar que arraiguen en nuestra mente, que florezcan en nuestro corazón y se expresen en nuestras acciones, hasta que pasen a ser parte constitutiva de nuestros pensamientos, nuestro ser y nuestra conducta.

A fuerza de poner en práctica un valor de un modo constante, éste se vuelve un hábito y acabamos por expresarlo espontáneamente sin que tengamos que sopesar antes los pros y los contras de tal conducta. Estos buenos hábitos son virtudes. Una virtud es una fuerza silenciosa que está llena de belleza, pero que tiene a la vez todo el poder de la verdad. Las virtudes nos colman el corazón y dan sustento a nuestra alma, de modo que nuestras acciones devienen obras de arte que confortan y nutren a los demás y dan significado a lo que somos y hacemos.

Así como los valores son los componentes básicos de la virtud, el elemento guía de ésta es la pureza de la espiritualidad, una espiritualidad que nos induce a volver los ojos hacia nuestro mundo interior, a mirar más allá de lo físico para ver el alma y recordar que el Ser Supremo es la fuente de todas las virtudes.

domingo, 4 de febrero de 2018

Terminar las ilusiones de la mente


Necesitamos ser plenamente conscientes y conocedores de cuáles son las ilusiones de la mente que nos engañan y nos alejan de la verdad y por tanto de la felicidad y la armonía. Las ilusiones de la mente, aunque se presentan como algo real, no son más que una creación fruto de la ignorancia y de la falsedad. En India, en los textos filosóficos y religiosos, a este estado de falsedad e ignorancia se le denomina Maya. 

Maya es una creación de nuestra propia mente, son pensamientos, sentimientos y percepciones basados en las expectativas limitadas, las motivaciones egoístas y los deseos. Todos estos aspectos son a la vez resultado de una noción errónea de identidad. La identidad falsa o ego, basada en una percepción limitada de nuestro ser, de quién somos. Cuando nos identificamos con nuestro rol limitado, nuestros logros, nuestras posesiones, nuestra forma física y todos los deseos y expectativas que se generan a través de ello, nuestra conciencia se basa en el ego limitado. Nos importa más lo que hacemos y lo que tenemos, que lo que realmente somos. 

Cuando entregamos nuestra mente e intelecto a pensamientos y sentimientos basados en el ego limitado, entonces podemos comprender que Maya ha entrado en nuestro reino interior y nos está gobernando. El resultado es el desasosiego y la intranquilidad, puesto que una mente llena de deseos y expectativas nunca puede estar satisfecha y pacífica. Quizás consiga alguna satisfacción temporal, cuando se satisface alguno de sus múltiples deseos, pero tal satisfacción es muy pasajera y enseguida retornamos al estado de ansiedad e intranquilidad. 

Para conquistar a Maya, no sólo necesitamos poder de voluntad. También necesitamos conocimiento, entendimiento y poder espiritual. El conocimiento de quién somos: mi verdadera identidad es un alma, un ser de luz espiritual, cuya esencia es la paz, el amor y la sabiduría. Y el poder sólo lo podemos obtener de una fuente. La fuente más pura y elevada: el Ser Supremo, el Alma Suprema. Sólo el Sol espiritual puede aportarnos la energía necesaria para separar de nuestro interior las sombras que Maya ha depositado en nuestro intelecto. Una vez conectamos con Dios, con el ser que es el Océano de la Paz y de todos los poderes espirituales, podemos tener una visión y perspectiva clara de cuál es nuestro estado original. La impresión de dicha y plenitud que deja esta experiencia en nuestro interior es tal que nos capacita para reconocer a Maya, la falsedad, las ilusiones de la mente en sus múltiples y diversas formas. 

Por ello es esencial practicar la meditación, para retornar a un estado elevado de conciencia y recuperar la visión del valor y dignidad de nuestro ser. De este modo, la diferencia entre los pensamientos y sentimientos que vienen del alma, del ser verdadero y los que vienen de Maya, será tan obvia, que podremos conquistar la falsedad y estabilizarnos en nuestra verdadero estado original: un ser de luz, de paz, de amor y poder.

Fortaleza


Hoy en día, el cansancio es un tipo de enfermedad. Jóvenes o mayores, la gente está cansada.

Es interesante observar las causas sutiles del cansancio. Los que no saben cómo cooperar con los demás se cansan. Donde no hay amor, también hay cansancio. Cuando actuamos con honestidad y amor, todo sucede sin cansancio. No es cuestión de cuánto tiempo dormimos.

El cansancio lo crean nuestras acciones y pensamientos negativos e inútiles. Los pensamientos positivos y acciones nobles generan fortaleza, una fortaleza que incluye energía y poder.

Si no hay fortaleza hay cansancio. La solución es prestar atención a crear pensamientos elevados y realizar acciones nobles. Al llenarnos de conocimiento espiritual y desarrollar una perspectiva más profunda y sutil de la vida, podemos desarrollar fortaleza interior y terminar las debilidades.

Si compartimos nuestros sentimientos positivos con los demás – nuestros buenos deseos y sentimientos puros desde el corazón – todos se benefician. Simplemente pensemos en cuál sería el efecto si todos creáramos sentimientos puros y elevados hacia uno mismo y los demás. Acumularíamos mucha fortaleza.

La fortaleza también se desarrolla cuando usamos nuestro tiempo de una forma valiosa, cuando actuamos desde un propósito de servicio, con la intención de beneficiar a todos. Como resultado de estas acciones nobles y elevadas, generamos un ingreso espiritual para nosotros mismos y sentimos que nuestro nivel de felicidad aumenta.