Las palabras pueden tener un gran
impacto y efecto en los demás. Detrás de las palabras hay una intención,
una motivación y una energía. Todos estos aspectos parten de nuestra
consciencia.
Por ejemplo, si detrás de las palabras está la
energía de la ira y la frustración, no importa cuánto trate de elegir
palabras moderadas o suaves, que camuflen la emoción y la energía, la
vibración detrás de las palabras revelará lo que estoy sintiendo.
Así
que las palabras son un instrumento maravilloso para comunicar y
expresar, sin embargo, tengo que cuidar la energía y sentimientos desde
los que surgen esas palabras.
Si cada palabra tiene buenos deseos
e intenciones que surgen de la consciencia espiritual, entonces tales
palabras benefician nuestro estado interno. Si las palabras tienen el
mínimo porcentaje de celos, criticismo o desagrado, experimentamos una
pérdida a través de ellas. Si las palabras no tienen ninguna esencia,
van a la cuenta del desperdicio.
El método es crear un estado de
consciencia en el que nos llenemos internamente de paz, de armonía, de
serenidad. Las palabras servirán a los demás cuando sean palabras que
inspiran, que motivan, que alientan, que animan, que valoran y aprecian.
Tales palabras serán siempre un bálsamo para los demás, nutrirán y
fortalecerán las relaciones, llenándolas de confianza y cercanía.
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