Poner un “punto final” en nuestra
mente a ciertos eventos de la vida no es tan fácil a veces y a menudo lo
que insertamos es una coma, un signo de exclamación o un interrogante.
¿Por qué nos cuesta tanto, a veces, aplicar este diminuto punto y seguir
avanzando?
La mejor forma de disfrutar de una historia o una
lectura es hacer paradas frecuentes. Esto nos permite un momento para
digerir lo anterior y prepararnos para lo siguiente. Podemos comprender
el punto final como el principio de un nuevo pensamiento, no sólo el
final del viejo. Es una oportunidad de empezar algo nuevo. Mirar hacia
delante y no hacia atrás. Aprender del pasado y soltar. La única forma
de cambiar el pasado es crear un mejor futuro.
Entender que esta
obra de la vida entera está constituida por un importante número de
actores interpretando sus papeles a la vez en el mismo escenario reduce
la reactividad y los pensamientos inútiles. Hoy puede que alguien
interprete un papel brillante y mañana, esa misma persona, puede que
interprete un papel lleno de errores y defectos, sin embargo,
simplemente están interpretando su papel. Podemos condenar el acto, pero
no al actor. No confundamos el rol y el traje con el alma. La
meditación Raja Yoga nos enseña que cada alma en su naturaleza original
es pura y divina. Miremos el estado original, el alma, no aquél que está
en proceso sobre el escenario.
Poner un punto final significa
aplicar los frenos en la mente. Así nuestros pensamientos pasan a un
estado silencioso y contemplativo. Tenemos que revisar a lo largo del
día cuán a menudo somos capaces de aplicar este punto final a las
diversas historias que circulan por nuestra mente, a fin de que podamos
experimentar paz y tranquilidad.
Es hora de aprender a poner un
punto final completo. Aprender del pasado, soltar y empezar un nuevo
capítulo de nuestra vida, fresco y lleno de luminosas posibilidades.
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