Habitualmente culpamos a nuestra
fortuna cuando las cosas van mal. Nos quejamos de que la vida es
injusta, o nos arrepentimos de acciones del pasado que han provocado la
situación actual. Sin embargo, pensar demasiado en lo que fue mal en el
pasado significa que no podemos experimentar plenamente el presente.
En
lugar de maldecir mis acciones del pasado, necesito sacar el máximo
provecho del presente. Lo que sea que haga hoy, me beneficiará ahora,
así como en el futuro. Necesito prestar atención de forma que lleve a
cabo las acciones correctas y pueda crear la mejor fortuna para mí
mismo.
Entender la importancia de mis acciones es crear mi propia fortuna.
A
la vez, cuando celebramos, solemos olvidarnos de nuestras
preocupaciones durante un cierto tiempo y disfrutamos de la compañía de
las personas que nos rodean. Lo que sucede es que una vez que se acaba
la celebración, volvemos a nuestros pensamientos rutinarios. Considerar
la celebración como algo temporal significa que con frecuencia no
disfrutamos tanto de la vida como deberíamos.
La verdadera
celebración significa disfrutar de la belleza y alegría de cada momento.
Celebrando cada momento mantendremos el entusiasmo en la vida.
Dejaremos de buscar ocasiones especiales para estar felices y en lugar
de ello usaremos cada momento de la mejor manera.
Celebrar es disfrutar de cada momento.
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