Es solo en el ámbito de nuestras
relaciones en el que realmente nos podemos conocer a nosotros mismos.
Somos un espejo cada uno para el otro. Lo que les damos a los demás a
nivel de nuestros pensamientos, sentimientos y actitudes es lo que nos
damos a nosotros mismos, y finalmente nos retornará a través de los
demás. Nuestras relaciones son el verdadero taller práctico, el aula, el
laboratorio de aprendizaje en nuestras vidas.
Relación no es
simplemente interactuar con los demás, tiene que ver con la comprensión,
con edificar, nutrir y cuidar. Cada interacción conlleva una lección.
Tomemos una relación, observémosla, explorémosla y preguntémonos qué nos
dice esta relación acerca de nosotros mismos y de nuestra vida en este
momento. Deja que tus relaciones te revelen a ti mismo tu verdadero ser.
A
medida que lo haces, aprenderás de manera natural qué es lo que hace
que las relaciones funcionen, y qué es lo que no, como a veces es el
caso! Y cuanto más te conoces a ti mismo en el espejo de tus relaciones,
más fácil te será comprender a los demás.
Piensa en dos personas
que sean cercanas a ti. Ahora piensa en cada relación y anota qué es lo
que cada una de estas personas hace que se manifieste en ti cuando
estás con ellas. ¿Qué parte de ti quieres desarrollar más en cada una de
estas relaciones? Por ejemplo: humor, paciencia, humildad, etc. ¿Qué
harás hoy para desarrollar estos aspectos de tu personalidad?
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