Cuando pensamos que conocemos la
verdad y somos verdaderos, podemos llegar a convencernos de que tenemos
razón. No somos capaces de ver lo que la otra persona tiene que decir y
seguimos insistiendo en nuestra perspectiva. Esto puede conducir a
discusiones inútiles y conflicto.
Junto a la verdad, también
necesitamos humildad. La humildad nos ayuda a presentar nuestras ideas a
los demás de una manera desapegada. La verdad en nuestro interior nos
ayudará a entender a la otra persona y nos mantendrá abiertos a su punto
de vista. Conseguiremos que nuestra perspectiva se entienda sin gran
dificultad ya que la otra persona también será capaz de ver nuestro
punto de vista.
La verdad se demuestra cuando está combinada con la humildad.
Cuando
cometemos errores, a veces intentamos justificarlos. Damos excusas y
nos comparamos con quienes han cometido errores similares. Pero perdemos
la oportunidad de aprender de nuestros errores y a menudo los volvemos a
repetir. Entonces somos incapaces de experimentar la felicidad que
viene del progreso verdadero.
La verdadera sabiduría reside en
aprender de los errores de los demás. Cuando alguien comete un error,
nos enriquecemos con esa experiencia. No necesitamos pasar nosotros
mismos por esa experiencia para aprender de ella. Cuando somos
constantemente conscientes de las consecuencias de las acciones de las
personas, experimentamos progreso a cada paso.
Ser cuidadoso y atento nos ayuda a progresar.
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