En general, es más fácil darnos
cuenta de nuestras carencias que apreciar lo que tenemos. Siempre que
surgen situaciones adversas en nuestro camino, tendemos a enfocarnos
sólo en lo que nos falta. Cuando tenemos esta actitud, somos incapaces
de hacer ningún esfuerzo para cambiar la situación. Entonces tendemos a
culpar a los demás o a poner excusas.
Por otro lado, tendemos a
valorarnos a través de nuestros logros y de la consideración y
apreciación que recibimos de los demás. Esto hace que nuestro
sentimiento de valía dependa del exterior. Puesto que todo lo que viene
del exterior no siempre es estable, nuestra mente y pensamientos
fluctúan de acuerdo a ello. A veces estamos felices y a veces no.
Cuando
somos capaces de apreciar nuestro propio valor inherente, entonces
podemos usar de la mejor manera nuestras habilidades y talentos. Nos
daremos cuenta de cuan capaces somos, y no necesitaremos más el
reconocimiento de otros para sentirnos bien acerca de nosotros mismos.
Como
práctica para experimentar, podemos percibir hoy cada reto o adversidad
como una oportunidad para desarrollar nuestras habilidades y descubrir
nuestros recursos escondidos. Cuanto más hagamos esto, más progreso
experimentaremos.
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