Un cambio personal positivo se
inicia en nuestra conciencia. Responsabilizarse personalmente de los
pensamientos, palabras y acciones es tomar el control del volante y
poner el proceso de cambios en movimiento. De esta manera conduciremos
nuestros pensamientos hacia la dirección precisa y valiosa; frenaremos
las palabras hirientes antes de emitirlas; sabremos cuándo “hacernos a
un lado” para evitar “chocar” con otro; y mantendremos el motor en
funcionamiento de forma consistente para que la batería se mantenga
cargada mediante acciones puras, realizadas sin esperar nada a cambio.
Cuando prestamos atención a las motivaciones y a las intenciones, el
motor funciona sin problemas y recorremos un mayor kilometraje en
términos de progreso y resultados.
Es necesario hacer un examen
rutinario. Las diferencias entre las intenciones positivas y las
negativas son sutiles y a veces difíciles de detectar. La costumbre de
ver y hablar sobre los defectos de los demás, por ejemplo, a veces es
consciente y a veces no lo es.
De hecho, el hábito puede estar tan
arraigado que ni siquiera advirtamos que estamos teniendo pensamientos
inútiles sobre las debilidades de los demás. A menudo, tales
pensamientos son las semillas de los chismes. Estos tienen un efecto
directo o indirecto no sólo en la persona de la cual se habla, sino
también en los chismosos. Aunque esta conducta se pueda defender como
inocente, las huellas dejadas por las intenciones negativas se vuelven
más profundas y deterioran el ambiente.
Otras formas de
intenciones negativas incluyen el demostrar que uno tiene razón
reprimiendo a los demás; manipularlos, aunque sea sutilmente; esperar el
respeto de los demás sin respetar o depender de otros debido a la
propia imperfección o inseguridad interna.
Aun cuando algunas de
estas motivaciones pueden ser claramente evidentes para uno y para los
demás, otras intenciones pueden estar ocultas incluso para uno mismo y
requieren de un examen profundo para detectarlas, entenderlas y
cambiarlas.
Las intenciones positivas, por otro lado, se pueden
reconocer cuando, de forma natural y espontánea, respetamos y
beneficiamos a los demás; apreciamos la originalidad y las cualidades de
todos y les damos la libertad de ser ellos mismos. Incluso cuando
debamos decir palabras que puedan percibirse como una medicina amarga,
como opinar sobre una conducta inapropiada o sobre algo que pueda
afectar la vida de alguien, las palabras se pronuncian directa y
honestamente, con humildad y con consideración hacia la sensibilidad del
otro.
Cuando se trata con dignidad y respeto al receptor de la
opinión, se le escucha con empatía y se le implica en las decisiones
sobre los cambios, el diálogo se puede experimentar como algo positivo,
que abre las puertas a la oportunidad y da a esa persona la experiencia
del logro. Las intenciones positivas fortalecen al instrumento o al
emisor de esta información para que permanezca “limpio” y “directo”,
incluso cuando da un mensaje delicado.
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