Sentimos pesar cuando nos agarramos
a las situaciones o nos involucramos excesivamente en las mismas. Nos
olvidamos de que estas situaciones son externas a nosotros. Todo lo que
se necesita es saber soltar y desprendernos de ellas. Una vez
conseguimos esto, recuperamos la felicidad y la paz y podemos volver a
sonreír. Cuán a menudo hemos vuelto la vista atrás en relación a algún
problema previo y nos hemos sorprendido de cómo nos dejamos afectar
tanto innecesariamente.
El arte de vivir desde el interior hacia
el exterior es tal que no sólo nos capacita a desprendernos de aquello
que está fuera, sino que nos desarrolla tal fortaleza que nos protege e
impide que nos atrapemos en nada.
Cuando sabemos soltar todas las
cosas externas a nosotros y nos liberamos, empezamos a sentir un estado
de estabilidad lleno de tal felicidad que no importa lo que suceda, no
lo podemos perder. La felicidad contiene los poderes de la paz y del
amor. Cuando hay paz y felicidad sentimos que tenemos auto-respeto y que
somos fuertes, que no somos una persona fácilmente alterable y de
estado de ánimo cambiante.
Necesitamos poner atención a la
calidad de pensamientos que permitimos en la mente. Esto es sensatez.
Después de todo, es nuestra mente. Los pensamientos deberían ser puros,
elevados y determinados. Entonces, simplemente observemos los
resultados: experimentaremos paz de la mente.
Preguntemos a
nuestro corazón: ¿Tengo pensamientos puros y sentimientos positivos
hacia todos incluyéndome a mí mismo/a? ¿Presto atención a esto,
convirtiéndolo en mi prioridad a medida que me muevo por la vida? Tales
sentimientos crean una energía que automáticamente fluye hacia el
exterior, protegiéndonos de las influencias negativas.
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