Las preocupaciones se basan en
crear una imagen del futuro pesimista, incluso catastrófica. Esa imagen o
perspectiva que generamos en nuestra mente nos genera miedo e
inseguridad, pudiendo llegar a bloquearnos.
Es importante que
seamos conscientes de que somos nosotros mismos quienes creamos tal
imagen del futuro. Si no ponemos un punto final a tales pensamientos, es
posible que nuestras preocupaciones tomen forma práctica. La causa
profunda es que estamos dando energía a esa creación de la mente.
Por
el contrario, tenemos que imaginar sólo el futuro más brillante y así
atraer nuevas y positivas posibilidades. Y junto a vislumbrar un futuro
más luminoso, tomar acción positiva en relación al asunto o situación
que ha causado nuestra preocupación.
Como la misma palabra
expresa, se trata no de pre-ocuparse, sino de ocuparse. Es decir,
enfocar nuestros esfuerzos y atención en las soluciones, en las opciones
constructivas y no permitir ni que por un segundo la mente vuelva a su
hábito de preocuparse.
Mirándolo desde otro ángulo, las
preocupaciones a menudo son excusas para no hacer lo que realmente
tenemos que hacer. Es obvio que con las preocupaciones no podemos
resolver ningún reto que se nos presente.
Por tanto, enfoquemos
nuestra atención en el presente y actuemos con iniciativa y con el
entendimiento de que una mente calmada y libre de preocupaciones es la
clave para encontrar la solución a todas nuestras dificultades.
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