Identificarnos con lo que
sentimos en cada momento es algo opcional. Un error fácil de cometer es
que cuando nos sentimos bien, nos vemos de forma positiva, mientras que
cuando nos sentimos mal, nos vemos de forma negativa.
Sin
embargo, esa es una percepción ilusoria. La naturaleza de nuestra mente
es variable y así también lo son los sentimientos que se generan en el
interior.
Tenemos que tener muy claro que todos estos
sentimientos no son la realidad de lo que somos. Esto nos permite
desapegarnos de los sentimientos.
Con conocimiento espiritual
entendemos y aceptamos que somos almas, seres espirituales, y por tanto
nuestra naturaleza verdadera es de amor, paz y armonía. Esta realidad
del ser espiritual podemos experimentarla a través del silencio y la
meditación.
A medida que ganamos experiencia sobre nuestra
verdadera esencia, también reconectamos con los sentimientos puros y
originales del ser.
Este proceso es esencial para darnos cuenta
de que los sentimientos negativos no vienen de mi esencia sino de
tendencias adquiridas y de experiencias del pasado.
Cuando
aprendemos el arte de desapegarnos de nuestros propios sentimientos,
disponemos de margen y espacio para dirigir, con la voluntad, nuestra
mente hacia pensamientos poderosos y espirituales. Esto nos permite
cambiar la calidad de nuestros sentimientos.
Con esta práctica,
gradualmente, el alma va recuperando su soberanía interior. La paz y la
estabilidad se hacen presentes y constantes en nuestras vidas.
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