Nos mantenemos contentos
cuando reconocemos los beneficios que nos aporta cada escena, cada
situación, y cuando reconocemos la belleza y las cualidades de cada alma
(¡empezando por nosotros mismos!).
Podemos revisar nuestra
capacidad de permanecer contentos si somos capaces de pensar sobre el
pasado sin arrepentimiento y sobre el futuro sin miedo.
Permanecer
contento es una gran virtud, aunque puede que al principio no atraiga
nuestra atención. Aquellos que están realmente contentos, normalmente no
hablan acerca de ello. Es un placer estar en su compañía, ya que están
llenos, son pacíficos y generosos.
La experiencia de estar
contento no les viene a aquellos que disponen de muchos medios, sino a
aquéllos cuyas necesidades son pocas.
Hacer buen uso de lo que
tenemos y desprendernos de lo que no necesitamos ni usamos nos ayuda a
vivir una vida sencilla y sentirnos contentos.
Cuanto más
positivos sean los pensamientos que fluyen a través de mi mente, más
contento me sentiré. Es fácil sentirse contento cuando se nos alaba o
aprecia, pero seguir contentos cuando somos criticados o rechazados es
el indicador de la verdadera fortaleza espiritual. La forma de
desarrollar este nivel de fortaleza es aprender acerca de la forma de
amar de Dios. Sólo cuando estoy en profunda contemplación puedo ver cómo
Dios me muestra la clase de amor que necesito expresar de forma que yo
mismo nunca rechace o critique y siempre genere buenos deseos hacia los
demás. Entonces me sentiré satisfecho no importa lo que la vida me
arroje.
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